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Saturday, December 8, 2018

El gran espectáculo del fascismo

Solo falta King Kong. Foto sin fecha del Valle de los Caídos. Patrimonio Nacional

El fascismo no se puede comprender sin su materialidad. Si los distintos regímenes fascistas no hubieran desarrollado estrategias materiales tan espectaculares y convincentes, quizá no hubieran tenido el éxito que llegaron a tener. Se ha hablado con frecuencia de lo bien coreografiadas y escenografiadas que estaban las grandes celebraciones nazis. Y es verdad. Los estetas del régimen claramente sabían lo que hacían: sin necesidad de djs ni de pastillas lograban poner a cien a las masas, las hacían entrar en un éxtasis colectivo tras el cual se les podía pedir cualquier cosa -que aceptaran una dictadura, una guerra mundial o un genocidio.

En esta cultura del espectáculo fascista tienen mucho que ver dos cosas estrechamente relacionadas: el desarrollo masivo de la cultura popular desde finales del siglo XIX y las tecnologías de la Segunda Revolución Industrial (como el cine, la radio y la electricidad). Existe un tercer elemento que resulta bastante paradójico: la expansión de la democracia. Hasta mediados del siglo XIX la gente de a pie contaba bastante poco, porque su capacidad de influir en la vida política era muy limitada (salvo en los excepcionales momentos revolucionarios). Sin embargo, a partir del último cuarto del siglo XIX el sufragio universal masculino se vuelve cada vez más común, surgen los partidos políticos modernos y con ellos la propaganda: es necesario convencer a la gente de que es mejor que les gobierne fulanito y no menganito. Y en esta labor de seducción no valen solo buenas ideas. Los colores, la música, los esloganes, los logos resultan esenciales: entre otras cosas porque la población iletrada era todavía muy numerosa.

El desarrollo de la cultura de masas, las tecnologías audiovisuales y la democracia representativa vienen de la mano de un cuarto fenómeno: el consumo capitalista. Las industrias producen mucho y a bajo precio. Los ciudadanos de occidente pueden acceder a productos nunca antes soñados. La competición entre empresas es feroz. Surge la publicidad.

Sin esta combinación de factores no se entiende el espectáculo del fascismo. Pero tampoco se entiende a Trump ni a Bolsonaro, herederos del populismo reaccionario de los años 30.

El fascismo italiano y el nazismo alemán desarrollaron sofisticados espectáculos de luz y de sonido que poco tenían que envidiar a las películas de Hollywood de la época. Y de hecho, ambos regímenes invirtieron grandes sumas de dinero en la industria cinematográfica. No es casual que la compañía pública de cine en época de Mussolini se llamara "luz" -LUCE (L'Unione Cinematografica Educativa). Los juegos de claroscuro ofrecían dramatismo y sensación de gravedad a las ceremonias políticas (que contrarrestaban la banalidad de las ideas). Por ese motivo fueron explotadas hasta la saciedad por los totalitarismos.


No se ha avanzado tanto en el estudio de la estética política del franquismo como en las de la Alemania y la Italia de la época. Pero las influencias fascistas son evidentes. Quizá en ningún sitio son tan claras como el Valle de los Caídos, una compleja escenografía que bebe del paisajismo nazi -el cual, por cierto, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y se acabó utilizando para construir memoriales... ¡en los campos de exterminio nazis!

Aunque la estética fascista se puede percibir en el valle un día cualquiera, en la imagen que ilustra esta entrada queda si cabe mucho más de relieve. El juego de luces y sombras recuerda enormemente a la entradilla de las producciones de LUCE que reproducimos más arriba. Como todo en el franquismo, la experiencia catártica político-religiosa fascista toma aquí un carácter fuertemente católico. Parece que estamos a punto de contemplar una epifanía divina. Lo cual encaja perfectamente con la idea de que Franco era caudillo por la gracia de Dios. Si la leyenda en las monedas no lo convencían a uno del todo, ahí estaba el espectáculo del Valle para completar el trabajo.

He aquí pues uno de los problemas del fascismo. Y es que mola. Escenarios monumentales, muchas banderas, gritos al unísono, música a todo volumen, colorines, ideas simples, chivos expiatorios ¿Qué más se le puede pedir a la política?
___________

Falasca-Zamponi, S. (1997). Fascist spectacle: the aesthetics of power in Mussolini's Italy. Berkeley: University of California Press.

Van der Laarse, R. (2015). Fatal Attraction. Nazi Landscapes, Modernity and the Holocaust. En Landscape biographies: geographical, historical and archaeological perspectives on the production and transmission of landscapes, 345-375. Amsterdam: Amsterdam University Press

Gracias a Luis Antonio Ruiz Casero por poner en mi conocimiento la existencia de la foto del Valle iluminado.

Source: Arqueología de la Guerra Civil Española
https://guerraenlauniversidad.blogspot.com/2018/10/el-gran-espectaculo-del-fascismo.html

Sunday, February 28, 2016

El mito de la conspiración mundial judía

El judío es avaro, usurero, malvado en esencia, culpable de la muerte de Cristo y de un aspecto físico repulsivo, o al menos así lo describen los prejuicios que perduran hasta prácticamente nuestros días. Este pensamiento dañino nace poco después del propio cristianismo, sectas múltiples del judaísmo que acaban condenando sus orígenes por no entender que los demás judíos no reconocieran al Mesías en la figura de Jesús de Nazaret. Así, a medida que avanza la Edad Media el judío se convierte en un ser demonizado, un chivo expiatorio para todo tipo de desastres, sea una guerra o un brote de peste. Son bien conocidos los ataques populares a aljamas judías causando auténticas masacres, tanto en los reinos hispánicos como en comunidades árabes, no tratándose de un fenómeno aislado sino presente en gran parte de Europa. La Iglesia católica, lejos de auspiciar la paz interreligiosa, proclama la servidumbre del pueblo judío, y reitera a lo largo de los siglos la obligación de llevar señales distintivas. Algunos pensadores eclesiásticos no dudan en afirmar desde el púlpito, o desde obras de carácter culto, que los judíos ayudarían al Anticristo a su llegada, condenando así la humanidad.

Este odio tradicional es de carácter religioso, y al menos en la teoría desaparece con la conversión del individuo al cristianismo. Sin embargo, el antijudaísmo irá sufriendo notorios cambios con el nacimiento de la Ilustración y el ocaso del Antiguo Régimen. 1789 se configura, como en tantos otros aspectos, en un momento clave, puesto que se reconoce la libertad religiosa y con ello, la igualdad del pueblo judío. Mas, en la Francia revolucionaria existen numerosas voces conservadoras, especialmente de carácter eclesiástico, que repudian y temen los cambios asociados a la Revolución, y ya en fecha tan temprana como 1797 surge la primera noticia de una supuesta conspiración. Gracias al jesuita francés Augustín Barruel se difunde la idea de un gran complot, un tanto bizarro, conformado por templarios, masones, illuminati, ilustrados y poco después, también judíos, que habían promovido la Revolución Francesa.

La figura del judío se estaba convirtiendo nuevamente en culpable máximo de lo que para muchos era un desastre, la modernidad en sí misma. Símbolo de la aceptación, los judíos adquirieron los mismos derechos y deberes que cualquier francés, con la posibilidad de integrarse en la administración del Estado y participar de forma plena en la actividad económica. Esta tendencia se expande junto al ejército napoleónico y, de forma análoga, algunos conversadores difunden textos semejantes a los de Barruel que involucran al pueblo judío en un proyecto maligno para dominar el mundo. Estos escritos llegan con facilidad a Alemania durante todo el siglo XIX, donde tienen cierto éxito, pero son especialmente destacados en Rusia, cuyo antisemitismo estaba muy arraigado y sin encontrar censura por parte del Estado.

Sin ignorar la influencia recibida, en una Rusia que antes de la Revolución bolchevique contaba fácilmente con más de cinco millones de judíos en su seno, se crean nuevos textos incendiarios que fomentan el mito de la conspiración mundial judía. Claros ejemplos son la obra de Brafman, llamada El libro de la Kahal, en el cual mantiene la existencia de una organización secreta judía; o los escritos panfletarios de Hippolyte Lutostanski, quien afirma que los judíos practicaban asesinatos rituales. Resulta fácil observar cómo se combinan viejos prejuicios propios del cristianismo con un temor al judío como figura moderna, mezcla que es absorbida con avidez por la población rusa que vivía una situación socio-económica dramática a finales de siglo.

Edición francesa de los
Protocolos de los sabios de Sion.
Fuente.
Es durante esa última década del XIX cuando nace una obra tan influyente y letal como irracional: los Protocolos de los Sabios de Sión. Se trata de un escrito cuyo origen resulta confuso, si bien Norman Cohn lo sitúa en Francia entre los años 1897-1898, aunque la primera publicación conocida se da en San Petersburgo en el año 1903. Más que de un texto original, se trata de una falsificación de un libro satírico de Maurice Joly datado en 1864, Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Parte del contenido original, una crítica al régimen de Napoleón III, había sido sustituido por el plan de aquel grupo de sabios judíos, siniestros y malvados, para dominar el mundo a través del oro y el liberalismo, así como una descripción de aquel reino nuevo cuyo fin último es esclavizar y convertir a la humanidad a la religión judaica. Una vez más, el judío es usurero y símbolo de la modernidad, sin ignorar que la masonería tendría un gran lugar en su confabulación.

Aunque el documento en sí era cuestionable y descabellado, se difundió de forma acelerada por Rusia y centroeuropa. Especialmente en el Imperio Ruso parecían existir numerosos grupos conservadores que fomentaban la publicación y expansión del panfleto. Tanto es así que la falsificación pudo haberse producido por miembros de la Ojrana, el cuerpo de policía secreto de la Rusia zarista. Esta divulgación llevó a la exacerbación del antisemitismo, suficiente para producir numerosos pogromos, estallidos de violencia popular contra la minoría judía, que causaba gran número de víctimas mortales. Era tal el grado de arraigo del odio, o quizás de la normalización del rechazo, que existían personajes que provocaban pogromos de forma cuasi profesional, los llamados pogromshchiki, que propagaban, entre otros muchos prejuicios, los rumores de rituales de sangre.

Es durante la propia Revolución rusa cuando los Protocolos llegan a la mayor parte de la población, circulando entre los soldados y calando hondo entre los del Ejército Blanco. Se produce en este contexto una dicotomía sumamente dura para los judíos rusos, ya que los partidarios de Ejército Blanco asumen una responsabilidad de la comunidad judía en el asesinato de la familia imperial, mientras que el Ejército Rojo, lejos de sentir simpatía por los judíos aunque sin una política abiertamente antisemita, participa en matanzas de la población judía. Más allá de las miles de muertes violentas que se producen en la Guerra Civil Rusa, nace ahora un nuevo y poderoso prejuicio que pronto llegaría al resto de Europa: la conspiración judeo-comunista.

Una vez finalizado el conflicto ruso, muchos de los blancos se ven obligados a huir. Entre los destinos predilectos de aquéllos hombres se encontraba Alemania, donde los rusos procuraron a toda costa difundir la conspiración judía, asociada al elemento soviético, para que las demás potencias europeas ayudaran a restablecer el orden. Fueron ex-miembros del Ejército Blanco los primeros en fomentar la publicación de los Protocolos en Alemania, alcanzando un éxito considerable. No obstante, aquel fenómeno se vería desbordado al finalizar la Primera Guerra Mundial y quedar Alemania humillada. ¿Cómo era posible que se hubiera perdido la guerra? ¿Quién era el culpable? Los judíos debían serlo, sin duda, o al menos así lo presentan numerosos libros que se editan en los primeros años tras el conflicto.

A esto le podemos añadir una corriente conservadora y nacionalista que comenzaba a triunfar en Alemania, conocida como völkisch, que reivindicaba la superioridad racial del pueblo alemán. Encontraba su apoyo en una población que anhelaba el reconocimiento tras la dura derrota, y no solamente entre las clases populares, sino que tuvo amplia difusión en la universidad y su élite intelectual. En este punto, el antijudaísmo religioso había derivado en un antisemitismo racial claro, influido en parte por el darwinismo social.

“El judío. Incitador de la guerra.
Prolongador de la guerra”. Fuente.
La conspiración mundial judía, aquel culmen perfecto de prejuicios, de rechazo religioso, de sentimientos raciales y conservadurismo político, viaja a cada extremo de Europa a través de los Protocolos de los Sabios de Sión. Según el país de publicación se suprimen unas partes o se añaden otras, adaptando el odio. En Gran Bretaña se suprimen las críticas británicas, de forma obvia; en Estados Unidos las críticas a la masonería se rellenan con una aversión al bolchevismo, pero es en la Alemania previa al ascenso de Hitler, y bajo el mandato del nazismo, donde esta idea alcanza su plenitud.

El judío es ya el máximo enemigo de Alemania, ensucia y pervierte la raza aria, y desde el Partido Nacionalsocialista se otorga credibilidad a la conspiración judía como a los Protocolos. El discurso es claro, el judío internacional ha manipulado las potencias europeas, posee el poder, ha traicionado a Alemania. Este proceso de propaganda resulta de vital importancia si tenemos en cuenta que ejerce un efecto distanciador, a nivel emocional, entre la población alemana y sus compatriotas judíos. En el momento en que comiencen las leyes restrictivas como Núremberg, por no hablar ya de las deportaciones masivas, existirá un silencio que en cierta parte se debe a décadas de publicaciones antisemitas que deshumanizan al judío.

Resultaría simplista explicar el Holocausto a través del mito de la conspiración mundial judía, puesto que se trata de uno de los fenómenos más complejos de la Historia, pero podemos afirmar que la difusión de esta creencia fomentó el pensamiento antisemita en gran parte de los sectores conservadores de Europa. Ha sido y es herramienta de manipulación y control de masas, pues a raíz de los enfrentamientos continuos en Oriente, especialmente el conflicto palestino-israelí, los Protocolos de los Sabios de Sión siguen tan vivos como en el siglo XIX, y con ello el odio y prejuicio generalizado hacia la comunidad judía, mucho más allá de las fronteras de Israel.

Bibliografía

-BEN-ITTO, Hadassa, ”The Lie That Wouldn’t Die: The Protocols of the Elders of Zion, Londres”, Portland, Oregon, 2005

-BRONNER, Stephen Eric, “A Rumor About the Jews: Reflections on Antisemitism and the Protocols of the Learned Elders of Zion”, Oxford, Oxford University Press, 2003.

-JOHN, Norman, “El mito de la conspiración judía mundial. Los protocolos de los Sabios de Sión”, Alianza Editorial, Madrid, 1983.

-MASON, Philip, “Warrant of Genocide: The Myth of the Jewish World-Conspiracy and the Protocols of the Elders of Zion. by Norman Cohn” En Man, New Series, Vol. 2, Septiembre 1967.

-TOTTEN, Samuel; JACOBS, S.L. (eds.), “Pioneers of the Genocide Studies. New Brunswick”, New Jersey, 2002.

Redactor: Sandra Suárez García
Graduada en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela. Máster en Docencia y Máster de Historia (EURAME) por la Universidad de Granada. Interés en historia medieval, la historia de las minorías y especialmente en estudios sobre la comunidad judía.

Source: Témpora Magazine de Historia (España)
http://www.temporamagazine.com/el-mito-de-la-conspiracion-mundial-judia/

Sunday, February 21, 2016

Giovanni Gentile, l’adesione al fascismo

Giovanni Gentile e il Partito Nazionale Fascista

Giovanni Gentile
Il 2 novembre del 1922 Giovanni Gentile, già personalità di altissimo spessore nel panorama culturale italiano, è nominato ministro della Pubblica Istruzione nel primo gabinetto Mussolini. Nella primavera del 1923 giustifica la sua adesione formale al PNF evidenziando la conformità del fascismo col liberalismo della destra risorgimentale in cui egli si identificava, e cioè col «liberalismo della libertà nella legge e perciò nello Stato forte e nello Stato concepito come realtà etica». Gentile vede concretarsi nella nuova realtà politica la sua “Fede antica” (opera gentiliana edita nel 1923), destinata a restaurare il carattere degli italiani e a liberarli dalla vecchia malattia dello scetticismo e dell’indifferentismo. Per questa «fede antica», egli si sente «precursore» del fascismo. Più esattamente: la nuova filosofia idealistica, il sindacalismo soreliano, il ritrovato sentimento religioso, l’impegno etico della guerra, in altri termini tutto il fermento ideale e morale del primo ventennio del Novecento – che reagisce alle logore ideologie illuministiche, democratiche e socialistiche della vecchia Europa – trova uno sbocco naturale nella marcia su Roma e nelle energie suscitate dal fascismo. Esso diventa così, agli occhi di Gentile, l’interprete della vita nazionale, il compito in cui tutti gli italiani, che non vogliono più «starsene alla finestra», devono impegnarsi.

Giovanni Gentile e il fascismoIl fascismo appare a Gentile non un’ideologia o un sistema chiuso, bensì un processo storico, un ideale da realizzare. Come tale gli è utile l’apporto di quella critica costruttiva che ne riconosce la funzione nazionale, mentre deve combattere «la democrazia degli avvocati arruffapopoli», «il socialismo radicaloide e umanitario», «il liberalismo dello Stato negativo e agnostico», dal momento che il fascismo – come ogni serio movimento storico – è «sentimento religioso» da restaurare negli animi e nella coscienza collettiva. Questa visione della politica come fede, che il filosofo aveva già maturato e caldeggiato negli anni precedenti, trova nel fascismo il suo riscontro più profondo.

D’altronde, che il fascismo non sia un episodio accidentale nella vita di Gentile, è comprovato dall’impegno pubblico e dall’azione di collaborazione e di stimolo esercitata verso il regime per l’intero Ventennio. Oltre alla carica di ministro della Pubblica Istruzione nel triennio 1922-1924, è presidente della Commissione dei Quindici – poi dei Diciotto – per la riforma costituzionale, fondatore nel 1925 dell’Istituto fascista di cultura, presidente del Consiglio superiore della Pubblica Istruzione dal 1926 al 1928, membro del Gran Consiglio fino al 1929 e seguace di Mussolini anche nell’ultima avventura della Repubblica sociale. Nei momenti critici, che pure Gentile attraversa – specie quando la sua riforma della scuola viene alterata o quando si stipulano i Patti Lateranensi con un compromesso che nega nell’essenza il suo concetto dello Stato etico – non scinde mai le proprie responsabilità da quelle mussoliniane e ribadisce la sua fede nel fascismo col quale continua fino alla fine a identificare il futuro stesso della nazione.

Pagherà la sua ferma adesione al regime con la vita, ucciso il 15 aprile 1944 a Firenze da un commando partigiano aderente ai GAP.

Bio
29/03/2014 di Matteo Anastasi

Source: Europinione (Italia/Italy)
http://www.europinione.it/giovanni-gentile-ladesione-al-fascismo/

Thursday, February 4, 2016

El franquismo pudo haber muerto en 1944 por “cuestión de horas”

Adolf Hitler y Francisco Franco,
durante su encuentro en Hendaya.
Las estrategias enfrentadas sobre la actuación en España entre los gobiernos de EEUU y Reino Unido frenaron una posible axifia económica al útimo régimen fascisca de Europa, según el profesor Carlos Collado
A. GODOY | 03/02/2016

Se suele decir que el régimen de Franco fue muy hábil en política internacional durante la Segunda Guerra Mundial, siendo capaz de mantenerse neutral pero nunca dejando de mostrar su afinidad por la Alemania Nazi. En el momento que la derrota de Hitler se veía cada vez más cercana en Europa, se empezó a decidir el destino de Franco, pero no fue en España, sino entre las potencias aliadas.

Como ahora nos muestra el profesor Carlos Collado en su nuevo libro, El telegrama que salvó a Franco, no fue la habilidad del dictador, sino un simple cúmulo de circunstancias y desacuerdos, hasta ahora desconocidos, los que permitieron la supervivencia del último régimen fascista de Europa.

ELPLURAL.COM – El título del libro hace referencia al telegrama que se escribió, pero que al final no se envió desde el Gobierno inglés al estadounidense, aceptando su idea de una política económica represiva con el régimen franquista. ¿Cómo fueron estas horas que pudieron cambiar el destino de España desde el extranjero? ¿Por qué al final fueron los estadounidenses los que cedieron y no se envió el telegrama?

CARLOS COLLADO - La redacción de este telegrama se produce en el momento álgido de un durísimo enfrentamiento entre Londres y Washington acerca de la política a seguir respecto a la de España de Franco. El Gobierno estadounidense estaba harto de que aún en 1944 Franco siguiera haciendo votos de amistad en sus relaciones con el régimen nazi y continuara suministrando materias primas imprescindibles para la industria bélica del Tercer Reich. Con este telón de fondo, los americanos impusieron un embargo de productos petrolíferos, que mantenían a flote la economía española, con el fin de subyugar a un Régimen que era considerado netamente como fascista.

Londres, por su parte, abogaba por un compromiso consensuado con Madrid, para de esta forma no arriesgar la provocación de una situación violenta e incontrolable en España. Los británicos confiaban en una transición pacífica hacia una restauración monárquica en la persona de Don Juan.
Portada del nuevo libro de
Carlos Collado – Editorial

Ni siquiera un apremiante intercambio de telegramas al más alto nivel político, es decir entre Roosevelt y Churchill, logró acortar las distancias existentes. Finalmente, Churchill, instado por su ministro de Exteriores Anthony Eden, optó por retractarse para no llegar a una situación de ruptura. Pero antes de que se despachara dicho telegrama, llegó otro desde Washington, clasificado como urgentísimo, que anunciaba que los americanos por su parte se plegaban ante la insistencia mostrada por los británicos. Washington consideró a su vez que era preferible no romper públicamente con Londres en esta cuestión. De hecho, aquel día 25 de abril de 1944 se jugó el futuro del Régimen. Se trató de una cuestión de horas. Tal y como relatan observadores, en aquel momento se perdió una oportunidad única para deshacerse de un régimen considerado como fascista.

P – Tras el episodio del telegrama. La idea de los ingleses, encabezada por su embajador en Madrid, era promover una evolución pacífica del régimen para restaurar la monarquía. En el libro habla de las conversaciones del embajador con los sectores monárquicos españoles. ¿Conocía Don Juan las intenciones de los ingleses? ¿Cómo fue evolucionando su opinión con respecto a éstas?

C.C - Don Juan, después de una fase en la que parece haber estado acariciando la idea de lograr la restauración con la ayuda de las potencias del Eje, se volcó finalmente del lado de los ingleses. No caben dudas de que estaba al tanto y aprobaba lo que estaban tramando confidentes suyos, como su representante en España, el infante Alfonso de Orleans.

Él mismo anhelaba que el Gobierno británico se decidiera a apoyar su causa abiertamente. A este respecto incluso lanzó personalmente diversas iniciativas, sea en el contexto del funeral en honor de Beatriz de Battenberg, al que asistió su madre, o finalmente, a través del Manifiesto de Lausana a mediados de marzo de 1945. Éste contenía un anuncio de libertades y plenos derechos en el caso de que se restaurase la monarquía en su persona, dirigido, obviamente, a la opinión pública británica y estadounidense.

Pero mientras que el embajador británico Samuel Hoare persiguió una ambición personal, incluso a espaldas de su Gobierno, de entrar en la historia como el personaje que lograra derribar a Franco, el Gobierno de Londres no estaba dispuesto a sacarle a Don Juan las castañas del fuego.

Por otra parte, el contenido del Manifiesto de Lausana causó espanto entre los seguidores del pretendiente al trono, pues en la Guerra Civil habían cerrado filas alrededor de Franco precisamente en contra de esas libertades anunciadas por Don Juan. A fin de cuentas, los monárquicos estaban altamente satisfechos con la situación privilegiada que gozaban con Franco.

P – Con respecto a la relación de España con la Alemania de Hitler ¿En qué momento se empezó a distanciar el régimen franquista del nazi? ¿Y cómo fue visto esto desde EEUU y Reino Unido?

C.C – El régimen de Franco se aferró a la amistad con Berlín haste el último momento, e hizo todo lo que estaba a su alcance para apoyar su causa. Si bien tuvo que corregir ciertas medidas que violaban clarísimamente sus obligaciones como país neutral, ni siquiera se cumplieron los acuerdos con los Aliados: la retirada de la División Azul fue contrarrestada – al menos por un tiempo – por la creación de la Legión Azul; el embargo de las exportaciones de materiales estratégicos fue seguido por un tráfico clantestino que incluso superó lo que se había suministrado anteriormente; el compromiso de acotar el espionaje alemán no se cumplió en ningún momento de forma significativa, sino que los agentes siguieron gozando de gran libertad de acción.

Además, se mantuvo hasta abril de 1945 la ruta aérea de la Lufthansa, con lo que los nazis siguieron lloviendo en el territorio español hasta el último momento. Y aun después de la capitulación del Reich se permitió la entrada clandestina y dio cobijo a nazis que eran requeridos por las potencias de ocupación.

Londres y Washington reaccionaron completamente perplejos ante lo que consideraban que era no querer ver que el fascimo estaba condenado a desaparecer.

P – ¿Por qué la diplomacia española quiso, tras el fin de la II Guerra Mundial, mantener sus relaciones amistosas con Alemania si, como afirma en el libro, esto solo mantendría la apariencia de España como régimen fascista?

C.C – Franco, además de afinidades ideológicas, quiso distinguirse como el último amigo del Tercer Reich, para de esta forma poder ser el primer amigo de la Alemania de postguerra. Franco partía de la convicción de que Alemania seguiría siendo en todo momento una gran potencia europea, con lo que la demostración de una amistad inquebrantable en una situación en la que ya no le quedaban aliados, redundaría en tener a un valedor en la postguerra.
Carlos Collado es profesor de historia en la Universidad contemporanea en la Universidad de Marbug (Alemania)

Carlos Collado es profesor de historia en la Universidad contemporanea en la Universidad de Marbug (Alemania)

Además, Franco estuvo convencido hasta poco menos que el final de la guerra de que los Aliados finalmente entrarían “en razón” y firmarían un armisticio con el régimen nazi, para arremeter en contra de lo que él consideraba que era el real peligro para la paz mundial: la Unión Soviética.

Esto eran planteamientos fundamentalmente erróneos que, en abril de 1944, por poco hubieran tenido consecuencias catastróficas para Franco.

P – Por último, llama mucho la atención la aparición en el libro de la figura de José Antonio Aguirre, presidente del Gobierno vasco en el exilio, y que fue propuesto por el director de la inteligencia militar estadounidense para sustituir a Franco. ¿Cómo fue recibida esta propuesta por el Gobierno de EEUU? ¿Se dio a conocer a los británicos?

C.C - El Jefe del OSS, William Donovan, estaba convencido del gran daño que causaría la pervivencia del Régimen a los intereses nacionales estadounidenses, y apostaba por Aguirre porque éste había trabajado estrechamente con su organización poniendo a su disposición su red de agentes. Aguirre, además no solo gozaba de buena reputación entre los grupos del exilio republicano, sino que estaba trabajando para lograr una unidad de acción.

En el Departamento de Estado norteamericano se compartía la convicción de que la pervivencia del Régimen era un gran lastre, pues con ello no se cumpliría la misión por la que se habían empuñado las armas. Pero por una parte, en aquel momento aún no había cuajado la razón de ser de la intervención en los asuntos internos de países con los que se mantenían relaciones diplomáticas; pero sobre todo no se creía que precisamente un nacionalista vasco fuera la persona indicada para liderar un movimiento a nivel nacional.

Dado que en los asuntos de los servicios secretos existía un determinado secretismo entre las potencias aliadas, sobre todo si se trataba de operaciones que contravenían el derecho internacional, es más que dudoso que los británicos hayan sido informados de forma oficial. Otra cosa, sin embargo, es el hervidero de rumores que representaba el Madrid de aquellos días.

Source: El Plural (España)
http://www.elplural.com/2016/02/03/el-franquismo-pudo-haber-muerto-en-1944-por-cuestion-de-horas/#

Saturday, January 16, 2016

Le origini culturali del nazismo

L'intento del libro Genocidio di Georges Bensoussan, ora tradotto in italiano, è indagare quali sono le origini culturali del nazismo: si occupa cosí di un tema classico nella storia delle idee, in cui questa disciplina dispiega la sua grande importanza per comprendere la storia, ma anche tutti i suoi trabocchetti e i suoi terreni scivolosi, tutte le sue soluzioni facili e ingannevoli.

È possibile trattare delle origini culturali del Terzo Reich solo se si è convinti che il fenomeno nazionalsocialista non rappresenti una malattia repentina nella storia tedesca, ma sia stato preparato da autori, temi, discussioni, che in qualche modo lo hanno reso possibile.

È opportuno chiedersi subito se "origini" sia da intendere come "cause": ricostruire le correnti intellettuali che stanno a monte della nascita del regime hitleriano significa rintracciare il punto di partenza di atteggiamenti, stili di pensiero, convinzioni, che hanno avuto quel regime come effetto? Ovvero: la storia delle idee può essere illuminata a posteriori dall'esito al quale le idee individuate come origini hanno condotto? La forza della cultura uscirebbe molto rinvigorita da una simile convinzione, ma anche con una responsabilità che non sappiamo quanto sia lecito attribuirle.

Il termine "origini" non si impegna in una simile affermazione, ma suggerisce in realtà, anche quando non lo dice in modo esplicito, che le premesse culturali sono essenziali nella formazione e nell'affermazione di un simile regime. Preparano il terreno indispensabile mettendo in circolazione questioni e accenti che formano il contenuto ideologico del regime a venire, predispongono ad ascoltare con attenzione e con favore parole d'ordine altrimenti inaccettabili, insegnano a non reagire in modo decisamente negativo ai provvedimenti del governo che assume il potere. In definitiva, ogni ricerca che si incammini per questa strada tenta di rintracciare quali parti delle premesse intellettuali siano state messe in pratica dal regime che poi si è affermato. Una volta che le ha identificate, definisce quelle parti come le origini culturali di tale regime.

Bensoussan rintraccia le origini culturali del nazismo in cinque correnti, che colloca tutte tra la seconda metà dell'Ottocento e gli anni Venti del Novecento: l'antilluminismo, il biologismo applicato alla storia e alla cultura, il culto della violenza, l'antisemitismo, il pessimismo culturale. Definisce il nazismo esclusivamente in termini di sterminio degli ebrei. Collega in modo stretto le correnti culturali che ha individuato con il nazismo cosí concepito. In questo percorso, a prima vista lineare, si nascondono più interrogativi che risposte, più soluzioni apparenti che indagini circostanziate, e a ogni proposta di spiegazione si affiancano altrettanti dubbi.

Iniziamo dall'antilluminismo: con questo termine Bensoussan intende la ripresa, alla fine del XIX secolo, del pessimismo radicale sulla natura umana (che proprio per questo esige il controllo sui cittadini da parte di uno stato forte) che era stato tipico degli autori controrivoluzionari, dei quali viene preso a esempio e tipo ideale Joseph de Maistre. Essi, a loro volta, basavano le loro teorie su un cristianesimo controriformista che vedeva il mondo invaso dal diavolo, destinato a una catastrofe, bisognoso di salvezza. Da qui deriverebbe il pessimismo culturale fin-de-siècle che vedeva il mondo sotto il segno della decadenza.

Peccato che le correnti culturali siano meno univoche di quanto possano apparire a prima vista. Proprio di uno dei maggiori illuministi, Voltaire, era la convinzione dell'esistenza delle razze e della gerarchia fra di esse, mentre non tutto il pensiero critico della Rivoluzione francese si fa ridurre a

reazione. Esiste anche la posizione liberalconservatrice espressa da uno dei primi e maggiori autori che riflettono criticamente sul 1789, Edmund Burke. Lo stesso vale per il pessimismo culturale: questo non era solo di matrice cristiana, come nel testo si sostiene, ma anche neopagana, vagamente spiritualista, e nient'affatto caratterizzata in senso religioso.

Ancor più difficile è identificare un suo preciso esito politico. La salvezza dal declino del mondo moderno era osservata da parti diverse, opposte: il presente veniva criticato perché troppo democratico o perché lo era troppo poco, perché troppo astratto o troppo concreto, perché impotente o perché malato di efficientismo; la salvezza dal declino era pensata come ancien régime o come un mondo di uomini liberi e uguali che potessero coltivare la loro anima.

Si può essere pessimisti sulla natura umana senza per questo vedere con favore le camere a gas, si può leggere nel mondo moderno un declino inarrestabile senza per questo sposare le ragioni dell'Olocausto. Inoltre, l'odio per la democrazia, lo spirito borghese, il parlamentarismo, proveniva in quel periodo da destra e da sinistra: e anche se sommiamo la critica alla democrazia con l'idea che l'uomo non sia buono per natura, e perfino con l'idea che la civiltà sia in una fase declinante, ciò che ne risulta non è necessariamente una posizione fascista (come Bensoussan afferma), ma semplicemente antimodernista.

È arduo sostenere che l'antimodernismo coincida con il fascismo, dal momento che l'equazione non torna da nessuna delle due parti. Da un lato il fascismo, cosí come il nazismo, fu anche fede nello sviluppo, nella creazione di uno stato e di un uomo nuovi, nell'industria, nel futuro, nella modernità; dall'altro, l'antimodernismo non è necessariamente la premessa del totalitarismo, tanto è vero che esiste anche un antimodernismo di sinistra.

Anche per quel che concerne il biologismo e il razzismo, che per Bensoussan preparano lo sterminio, le domande sono numerose. È vero che la cancellazione dell'umanità dell'uomo effettuata dal nazismo prende avvio dallo studio scientifico dell'essere umano che lo considera come un animale tra gli altri animali? Tutto il darwinismo sociale può essere considerato alla luce della soppressione dei deboli, di coloro che risultano perdenti nella lotta per la sopravvivenza applicata alla società? In un infiacchimento degli esseri umani credeva, a esempio, un autore come George Orwell, a proposito del quale è difficile parlare di simpatie naziste. Dell'onnipresenza dell'idea di razza nel periodo esaminato il volume offre un quadro inquietante, ma dubitiamo che l'idea di razza implicasse per tutti coloro che la utilizzavano una gerarchia fra le razze, un miglioramento da apportare a esse, la soppressione di una parte della popolazione.

Scrive Bensoussan: «Nel momento in cui la classe porta allo scontro (ma, anche, al compromesso), la razza genera l'idea di sterminio». Occorre notare che vi sono stati stermini (come quello staliniano) che non muovevano dall'idea di razza; vi sono stati scontri generati dalla prospettiva di classe che si sono tradotti in genocidi (si veda la Cambogia), mentre la razza, nella quale crede, non conduce tutta la cultura scientista di fine Ottocento al razzismo, tanto che molti positivisti sono sostenitori di un riformismo socialista che del darwinismo riprende solo l'evoluzione intesa come un progresso lento e inevitabile che elimina la necessità della rivoluzione.

Nelle premesse culturali del nazismo a essere in questione è la modernità: «L'ossessione della razza … è da mettere in relazione con la perdita dei punti di riferimento in un mondo diventato inintelligibile, e segna quella linea di sicurezza in un momento in cui ogni limite sembra svanire». Quasi che la responsabilità della centralità della razza in quel periodo sia da attribuire a un mondo che perdeva radici, sicurezza, si modificava troppo velocemente per gli esseri umani, lasciando una terra sconvolta e un cielo vuoto.

Bensoussan legge il pessimismo culturale in senso antiebraico poiché a suo parere fa dell'ebreo il simbolo della modernità. Ma il pessimismo culturale è decisamente critico di una modernità urbana, sradicata, artificiale: non è necessariamente antiebraico, cosí come non lo è l'antimodernismo. Per Oswald Spengler (uno dei maggiori esponenti del pessimismo culturale di quegli anni), il nomade

abitatore delle megalopoli contemporanee, sradicato da ogni terra, era il prototipo dell'uomo moderno, non dell'ebreo. Il fatto che antisemiti e critici della modernità di fine Ottocento dirigano i loro strali verso le stesse caratteristiche – urbanesimo, industrialismo, freddezza, impersonalità, artificialità crescente della vita – non autorizza a identificare le due correnti. Scrive Bensoussan: «Sinonimo di eredità da trasmettere, la razza è ciò che resta di fronte all'angoscia per l'opera distruttrice del tempo, e a maggior ragione sotto un cielo vuoto». Ma l'antisemitismo non è affatto un esito scontato di quell'atteggiamento che vede nella modernità una caduta. Si legge: «L'ebreo è necessario al nostro mondo, poiché la sua presunta malvagità cristallizza l'inquietudine sorta da un universo nuovo e incomprensibile». Certo, è innegabile che l'ebreo abbia fatto da capro espiatorio: come tutti i capri espiatori, ha compattato chi lo condannava e lo uccideva. Ma è possibile ricondurre l'antisemitismo al disagio della modernità? Se cosí fosse, perché ogni paese moderno non ha avuto il suo antisemitismo?

La sostanza del nazismo consiste, a giudizio dell'autore, nello sterminio degli ebrei, cioè nel genocidio del titolo. Ovvio che il razzismo, l'antigiudaismo, l'ideologia guerresca, il machismo, il darwinismo sociale, siano riconosciuti quali sue premesse. L'antigiudaismo caratterizza l'Occidente dal Medioevo in poi: resta da spiegare perché proprio in quel momento divenne un'idea-forza capace di tradursi nella tragedia della Shoah. Se quelle premesse sono pressoché tautologiche, siamo certi che il pessimismo culturale rappresenti una premessa altrettanto ovvia, altrettanto indiscutibile del nazismo? Il pessimismo culturale esprime una ripulsa della modernità e la convinzione che un'epoca dalle caratteristiche cosí negative condurrà a una fine dei tempi, a una catastrofe certa. È importante il tentativo di prendere sul serio questa corrente: ma si tratta di una corrente culturale assai composita, che da questa indagine risulta invece appiattita: è difficile, poi, indicare quale sia la sua traduzione politica, arduo addirittura affermare se ne abbia una. Peraltro, il pessimismo culturale non coincide completamente con l'impostazione che il nazionalsocialismo dà alla sua visione della storia né alla sua considerazione del progresso materiale, del valore dell'industrialismo e della modernità.

Come regime reale, il nazismo non poteva essere troppo nostalgico, e doveva, accanto al vagheggiamento di epoche più organiche, più comunitarie, più solidali, più artigianali nella storia del mondo, promuovere la propria industria per competere ad armi pari con le altre nazioni. La stessa cosa accade nel fascismo italiano, dove la contrapposizione fra un'epoca di crisi storica e di declino (che coincideva con l'epoca liberale, e anche con l'urbanesimo, il macchinismo, l'egoismo individualista) e un'epoca alta che coincideva con il fascismo e si caratterizzava con un ritorno alla terra, all'artigianato, al lavoro delle mani, alla corporazione medievale, doveva comunque fare i conti con la promozione della grande industria, di quelle macchine che sciupano il mondo e che erano tanto deprecate.

L'esaltazione della violenza e della guerra che Bensoussan individua nella cultura europea tra 1880 e 1914 può essere ricondotta per intero a preparazione del sistematico stato di eccezione del nazismo e alle sue violenze? Può essere ritenuta «la matrice di una brutalizzazione della società» accentuata poi dalla Grande Guerra? In verità, nell'esaltazione della violenza tra la fine del XIX e gli inizi del XX secolo confluiscono elementi molto diversi: il marxismo ortodosso che rifiuta il compromesso revisionista con il parlamentarismo, la lotta alla società borghese di Georges Sorel, l'anarchismo e i primi movimenti nazionalisti di massa. Dalla critica a una società che elimina dalla vita degli uomini la competizione e il progresso riducendoli a meccanismi tutti uguali, dal richiamo alla necessità della lotta anche cruenta, possono essere tratte conseguenze diverse: da un vitalismo individuale alla definizione del conflitto e della competizione come molle dello sviluppo, dall'esaltazione della selezione a favore dei migliori in quella lotta che è la vita al richiamo a non abbandonarsi agli automatismi sociali.

Le origini culturali del nazismo
MICHELA NACCI

GEORGE BENSOUSSAN, Genocidio. Una passione europea, a cura di Frediano Sessi, trad. di Carlo Saletti e Lanfranco Di Genio, Venezia, Marsilio, pp. 396

MICHELA NACCI insegna Storia delle dottrine politiche all'Università dell'Aquila. La sua opera più recente è Storia culturale della Repubblica (Bruno Mondadori, 2009).

Source: La Rivista dei Libri
http://www.larivistadeilibri.it/2009/10/nacci.html

Thursday, January 14, 2016

Götz Aly: «Todos los alemanes, nazis o no, sacaron provecho del asesinato expoliador»

Sostiene que «el cien por cien» de alemanes se acomodó al régimen nazi seducidos por prebendas y beneficios a costa del patrimonio robado a los judíos exterminados, deportados y en países ocupados
Actualizado 10/03/2006 - 09:47:26

ANTONIO ASTORGA

MADRID. Tras el terremoto que desencadenó en Alemania, el profesor Götz Aly presenta en España «La utopía nazi» (Crítica). Aly relata para ABC las claves de cómo Hitler «compró» el silencio de los alemanes y cómo pudo suceder tanta locura, atrocidad y crimen:El asesinato expoliador: «Quienes se niegan a hablar de las ventajas dusfrutadas por millones de alemanes corrientes no deberían atreverse a hablar del nacionalsocialismo ni del Holocausto». Ningún régimen cometió tantos crímenes como el nazi. ¿El nacionalsocialismo y el Holocausto estaban intrínsecamente ligados a las prebendas que adquirieron la gran mayoría de alemanes? Sí, y sobre todo el pueblo llano. Eso no quiere decir que la gente adinerada no se hubiese beneficiado, pero es importante tener en cuenta que todos los alemanes, independientemente de si eran nazis o no, sacaron beneficio de esta política de la expoliación y del asesinato expoliador».

La «mesa judía»: «Los métodos de enriquecimiento eran muy modernos. El flujo del dinero. Las víctimas alemanas de los bombardeos británicos y estadounidenses fueron indemnizadas con los muebles de los judíos de Bélgica, Holanda, Francia o Luxemburgo. Era un beneficio bastante directo. También recibían ropa de judíos de Praga o de Viena. Yo tengo un tío que recibió una mesa y hasta el final de sus días la llamaba «la mesa judía».

El estraperlo: En los países ocupados, por ejemplo Francia, se expropiaban los bienes de los judíos y sus propiedades se vendían a ciudadanos franceses. Fíjese: no a alemanes, sino a franceses. Por lo tanto, superficialmente no había ningún alemán que sacaba beneficio, pero el dinero que se recaudaba con estas ventas de bienes expropiados iba al presupuesto de gastos de ocupación alemán, que era sumamente elevado. Todo este dinero que procedía de las expropiaciones de judíos franceses iba a parar ahí. Y todos los soldados alemanes desplegados en Francia recibían su buena paga en francos franceses. Con este dinero los soldados enviaban paquetes a Alemania, compraban vino francés... En todas las pagas había una parte que procedía de las expropiaciones de judíos. Con el dinero del presupuesto de gastos de ocupación los alemanes también compraban alimentos para Alemania. Parte del dinero con que se pagaban esos alimentos procedía asimismo de las expropiaciones judías».

Los «beneficiarios»: «El cien por cien de la población alemana se benefició de las prebendas del régimen nazi. En mi libro hablo del escritor alemán Heinrich Böll. Su familia era antinazi declarada, pero analizando sus cartas nos damos cuenta del beneficio que sacó la familia Böll a costa de los países europeos ocupados».

El antisemitismo: «Los alemanes que hicieron posible el nazismo «actuaron» para beneficiarse económicamente de la trágica situación. Pero nunca hay que crear una oposición de los argumentos ideológico y material. Yo no estoy diciendo que el antisemitismo no tuviera importancia, sino que fue uno de los elementos que hizo posible ese régimen. La política social del régimen nazi en beneficio del pueblo llano fue otro factor».

Las «medidas» del genocida: «El carisma de Hitler era menos importante que el aspecto económico. Durante la Guerra pronunció muy pocos discursos, pero aumentó las jubilaciones en un 15 por ciento, incrementó los sueldos y salarios e hizo que el alemán medio no tuviera que pagar ningún impuesto de guerra. Y esto ayudó a estabilizar la situación. También creó un sentimiento de «justicia social» en Alemania. Por ejemplo, en los 12 años del régimen nazi en ningún momento hubo un aumento de los impuestos para la clase obrera, mientras que el impuesto de sociedades en 1933 era del 20 por ciento y en 1942 se elevaba al 55 por ciento. Es decir, más del 50 por ciento subió el impuesto de sociedades. Las empresas, a pesar de ello, tuvieron beneficios en la guerra, pero no hay que subestimar el efecto público de esta medida. Son métodos del moderno Estado Social redistribuidor».

¿Qué rastro queda hoy de Hitler en Alemania? «Muchos. El boletín en el que se publicaban las leyes del Reich alemán, después de 1945, siguió teniendo vigencia en un 90 por ciento. Aunque parezca increíble decirlo y nos de escalofrío, al régimen de Hitler le debemos muchas cosas que hoy en día nos parecen totalmente normales. Por ejemplo: el régimen agrario de la Unión Europea, que proporcionaba garantías y subvenciones tan elevadas a los agricultores. Eso se inventó en 1934 en Alemania para los agricultores alemanes. En la Europa ocupada se crearon muchos impuestos que no existían en el resto de países. También se le debe una parte de las leyes sociales en Alemania, la normativa de circulación de tráfico, la nueva ley de sociedades anónimas, acabar con las grandes propiedades de los terratenientes, con los latifundistas, los fideicomisos...

Contra el olvido: «Hay que ayudar a las víctimas del terror nazi escribiendo y dándoles voz para que puedan pronunciarse. Es muy importante que no simplifiquemos el Holocausto. No sucedió al margen de la Historia. Tenemos que aproximarlo y analizarlo porque es el resultado de un Estado ultramoderno y superdesarrollado con un alto grado de distribución de las tareas y muy bien organizado».

Source: ABC (España)
http://www.abc.es/hemeroteca/historico-10-03-2006/abc/Cultura/gotz-aly-todos-los-alemanes-nazis-o-no-sacaron-provecho-del-asesinato-expoliador_142679311584.html

Friday, January 8, 2016

La guerra civil de Pérez-Reverte

Una vez más, España demuestra no ser un país como los de nuestro entorno. En otros países no sería pensable un libro como el que ha escrito Arturo Pérez-Reverte sobre la guerra civil

Presentación del libro "La guerra civil contada a los jóvenes" de Arturo Pérez-Reverte. (EFE)
Juan Carlos Monedero
Arturo Pérez Reverte - Guerra Civil - Juan Carlos Monedero
Tiempo de lectura11 min
08.01.2016 – 12:03 H.

España no es un país como los de nuestro entorno. En los países de nuestro entorno no podría ser Presidente alguien que manda un sms a su tesorero encarcelado diciéndole “sé fuerte”. En los países de nuestro entorno no sería pensable un libro como el que ha escrito Arturo Pérez-Reverte sobre la guerra civil. Precisamente por estar dirigido a los jóvenes. Los jóvenes españoles, en otro país, tendrían una clara referencia de la guerra civil desde la escuela. De la misma manera que tienen claro en Alemania lo que significó el nazismo y lo estudian no solamente para no repetirlo sino que lo recuerdan para elogiar a las víctimas y colocar en su panteón de héroes a los que combatieron el totalitarismo. Igual que en Italia estudian desde niños la locura del fascismo de Mussolini o en Francia aprenden a respetar a la Resistencia que luchó contra los nazis y los colaboracionistas.

Wednesday, December 9, 2015

Nuestro ensayo “¿Qué era? ¿Qué es? El Fascismo” EN PDF GRATUITO

¿Qué era? ¿Qué es? El fascismo. Entre el legado de Franco y la modernidad de Le Pen (1975-1997), Destino, Barcelona, 1998, 94 pp. ISBN: 978-84-233-2999-1. Prólogo de Rosa Regás, pp. 11-14.

EN 1998 publicamos nuestro ensayo breve El fascismo, en la colección “¿Qué era? ¿Qué es?”, que entonces dirigía Rosa Regás en editorial Destino. Dado que el libro está descatalogado y hemos recibido peticiones de consulta, hemos decidido fotocopiarlo y escanearlo íntegramente para que sea accesible en PDF de modo gratuito. Para acceder al pdf íntegro del libro clicar aquí: El fascismo-Xavier Casals

Consideramos que pese al tiempo transcurrido ofrece una imagen de interés: una radiografía del universo de la ultraderecha española de la época, en la que se dibujaban entonces intentos de importación del lepenismo, pervivencia del neofranquismo y se apuntaban populismos protestatario emergentes.

En suma, desde nuestra perspectiva ofrece una radiografía asequible del universo de la extrema derecha española antes de que hiciera eclosión la Plataforma per Catalunya [PxC].

Sinopsis

Síntesis divulgativa sobre la evolución del fascismo hasta el momento de publicación del ensayo centrada en el caso de España. La primera parte (“Los herederos del fascismo”) expone cómo se conformó una extrema derecha en el seno del franquismo que constituyó un sector ideológicamente involucionista en las postrimerías del régimen y durante los albores de la Transición, el llamado “búnker”. La segunda (“La crisis del ‘búnker’, 1975-1982) analiza el papel y la trayectoria de Fuerza Nueva, del terrorismo ultraderechista en “los años del plomo” y del fracasado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. La tercera parte (“Entre la tradición y la innovación, 1983-1994)” constata la coexistencia de discursos ultraderechistas nostálgicos del franquismo con otros innovadores e importadores de la cultura política de este espectro entonces exitosa en Europa, siendo su referente principal el Front National francés. La cuarta y última (“Hacia una nueva extrema derecha, 1994…”), efectúa previsiones de futuro sobre la eventual existencia de un “lepenismo español”.

La conclusión final, a la luz de la década transcurrida, resultó acertada. Decíamos ayer (1998):

“En cuanto a la ultraderecha española, ésta todavía parece contar con un largo camino que recorrer antes de configurar una opción política de cierta solidez. Carece de líderes y cuadros políticos, los ejes ideológicos de su discurso actual son tan variados como -en ocasiones- contradictorios. La siglas que se agitan en este espectro son casi desconocidas, muy cambiantes y difícilmente valorables en cuanto a su capacidad de convocatoria. Los ditintos grupos o no concurren a las elecciones o, cuando lo hacen, sus resultados son insignificantes […]. Pero, sobre todo, la extrema derecha se enfrenta a un problema irresuelto: conciliar los valores de la ultraderecha ‘tradicional’ y los de la ‘postindustrial’, aunar el legado de Franco y la modernidad de Le Pen” (p. 89).

Source: Blog de Xavier Casals
https://xaviercasals.wordpress.com/2014/08/31/el-populismo-que-viene-86-asi-era-la-extrema-derecha-espanola-antes-de-anglada-descarguese-el-ensayo-el-fascismo-en-pdf-gratuitamente/

Monday, November 30, 2015

Un gran negocio llamado Franquismo

Último de los artículos publicados en el dossier del periódico Diagonal sobre el 40 aniversario de la muerte de Franco

El 21 de agosto de 1942 Franco dijo lo siguiente en un discurso en Lugo: “Nuestra Cruzada es la única lucha en la uqe lo ricos que fueron a la guerra salieron más ricos.”. Cierto es cuando comprobamos como grandes familias de este país (los Gómez-Acebo, Aguirre Gonzalo, Banús, Fierro, Oriol y Urquijo, etc.) medraron a la sombra del dictador. Pero no solo se benefició a esas familias. El propio Franco hizo su fortuna a partir del golpe de Estado contra la República. Como ha mostrado el historiador Ángel Viñas, Franco comenzó la Guerra con el sueldo congelado y la acabó con 32 millones de pesetas de la época (el equivalente actual a 388 millones de euros). Para Viñas esta fuente de riqueza podría venir por la donación de café que Gentulio Vargas (dictador brasileño) dio a Franco y éste se enriqueció personalmente en su venta.

Y es que el entramado de corrupteles y enriquecimientos del franquismo parte desde su origen. El golpe de Estado de julio de 1936 no habría sido posible sin la ayuda financiera que el baquero Juan March brindó a Franco. La compra de armamento, los negocios con nazis y fascistas, tuvieron a March como un protagonista. A cambio consiguió de Franco el monopolio bancario y financiero. La fortuna de Juan March creció durante el franquismo, con la fundación de empresas que medraron a la sombra del régimen y que aun existen. Los March siguen presentes en consejos de administración de empresas importante de España (ACS, Acerinox, Prosegur, etc.). March fundó en 1951 FECSA (Fuerzas Eléctricas de Cataluña), que se hizo con el monopolio de la producción eléctrica catalana. Sobrevivió al franquismo y fue una de las impulsoras de la central nuclear de Ascó hasta su absorción por parte de Endesa. Una empresa que reportó enormes beneficios a los March.

Junto a estos incrementos de riqueza hay que analizar como se realizaron algunas obras públicas del franquismo. Las imágenes de Franco inaugurando pantanos, pueblos reconstruidos, canales de riego o el faraónico Valle de los Caídos, tiene detras una triste historia. De una parte de concesiones de empresas adictas al régimen. De otra la utilización de mano de obra esclava de presos políticos.

Investigado por historiadores como José Luis Gutiérrez Molina, el Canal del Guadalquivir utilizó mano de obra esclava. Hasta 2000 presos políticos trabajaron en estas obras bajo el auspicio del llamado Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, utilizado para aminorar las condenas. Mano de obra expuesta a un peligro vital, sin ningún tipo de garantía y que reportó al Estado enormes beneficios. Alrededor del Canal se instalaron autenticos campos de concentración, nada envidiable a la Alemania nazi. La Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones también se benefició de esa mano de obra esclava.

Pero el monumento por excelencia que encarnó la utilización de presos políticos y que no solo benefició al Estado sino a empresas privadas, fue la construcción del Valle de los Caídos. Franco eligió el emplazamiento de Cuelgamuros para realizar una faraónica construcción donde hacer su propia tumba. La concesión de la construcción del Valle de los Caídos recayó sobre las siguientes empresas: San Román, filial de Agromán, Estudios y Construcciones Molán y Banús. Posteriormente se uniría Huarte y Cía.

Todas estas empresas utilizaron mano de obra esclava. Presos republicanos. El periodista Rafael Torres cifra en 20000 los presos republicanos que participaron en la construcción del Valle de los Caídos. Para el también periodista Fernando Olmeda en el Valle trabajaron 141 batallones de presos. Isaías Lafuente dio un paso más y cuantificó los beneficios del franquismo por la utilización de esa mano de obra: 130.000 millones de pesetas (unos 780 millones de euros). Esa mano de obra esclava fue la base del beneficio económico de las empresas. Si un trabajador les costaba 10,50, el preso político solo recibía 50 céntimos, tal como ha explicado en más de una ocasión Nicolás Sánchez-Albornoz, que estuvo preso en el Valle de los Caídos en 1947 y que huyó de España.

Los grandes empresarios de esta construcción fundaron incluso entidades bancarias posteriores como el Banco Guipuzcoano de José María Aguirre Gonzalo, uno de los fundadores de Agromán. También José Banús que se benefició de distintas concesiones del régimen en construcciones como Puerto Banús. Allí todavía sus descendientes explotan el beneficio del turismo de alto standing (entre ellos la familia real saudí).

Muchas de estas empresas siguen existiendo hoy en día. Los beneficios que consiguieron en su momento beneficiándose de mano de obra esclava sigue cotizando en el IBEX-35. Durante el franquismo se inaugura las puertas giratorias. Ministros de Franco, que por las concesiones que hacían a determinas empresas, acababan sentados en los Consejo de Administración de esas mismas empresas. Algunos de esos ministros y altos cargos franquistas consiguieron también importantes puesto en la banca española.

En 1993, el periodista Jesús Hermida entrevistaba a la plana mayor del PP. Un PP pujante que apuntaba a la Moncloa. En ese programa televisivo se sacó la conclusión que dicho partido era una derecha moderna, sin vínculos con el franquismo. Allí se sentó José María Aznar, Mariano Rajoy, Rodrigo Rato, Javier Arenas, etc. Pero a pesar de ese intento de desvinculación del franquismo, lo cierto es que muchos de esos políticos habían crecido al calor del régimen y sus familias se beneficiaron las concesiones del mismo. Ramón Rato, padre de Rodrigo Rato, había fundado con Millán Astray y Dionisio Ridriejo, Radio Nacional de España, así como propietario del Banco del Norte y el Banco Murciano. Y el propio Aznar era nieto de Manuel Aznar, uno de los periodistas de cabecera del régimen franquista y que también formó parte del Banco Urquijo.

A todo esto habría que sumar los beneficios que la propia familia del dictador tuvo y tiene. Propiedad adquiridas durante la dictadura que hoy siguen reportando beneficio, ya sea por su explotación o su venta, a los descendientes del dictador.

El franquismo no solo fue una maquinaria represiva sino también una gran empresa y un negocio que la actualidad sigue reportando beneficios.

Source: Fraternidad Universal (blog)
http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2015/11/un-gran-negocio-llamado-franquismo.html

Sunday, November 29, 2015

Entrevista Ángel Viñas: Franquismo

Es el historiador más citado al hablar de cuestiones de dinero en la Guerra Civil desde que publicó sus pioneros estudios en 1979. Hace cinco años le llamó la atención un reportaje de Tiempo sobre las cuentas bancarias de Franco

Ángel Viñas
Está empeñado en desmontar los mitos que quedan sobre Franco. Su libro La otra cara del Caudillo (Crítica) descubre órdenes secretas que convertían a la persona de Franco en ley, ahonda en las querencias pronazis del dictador y escribe un relato desternillante de la situación del Ejército tras la guerra, además de hablar del dinero...

¿Qué añade a la historia saber que Franco tuvo a su disposición una fortuna de 34 millones de pesetas?

La fortuna de Franco es la manifestación de algo más profundo: que en la dictadura, digan lo que quieran todos los leguleyos franquistas que en el mundo han sido y que podrá haber, se aplicaba rígidamente el Führerprinzip, que venía a decir en lenguaje coloquial que lo que el Führer dice es ley. Que lo que Franco dice es ley.

¿Cómo lo hizo?

Eso tuvo consecuencias jurídicas. Se instrumentó durante la guerra. Franco sacó por lo menos hasta 52 decretos reservados, que no se publicaron en el Boletín Oficial del Estado.

¿Es la primera vez que sale a la luz?

Es la primera vez. Es muy curioso, porque luego sigue dictando decretos que siguen siendo secretos, pero que obligan a aquellos que tienen conocimiento de los mismos a ejecutarlos, hasta el año 1957. Franco lo aplica a temas organizativos, financieros, relaciones con el exterior, represión... y se salta tranquilamente su propio ordenamiento jurídico.

¿Y no eran ilegales?

En el ordenamiento jurídico franquista existen disposiciones como la Ley de Hacienda Pública, que es de 1911 y que, por tanto, no tiene nada que ver con la República, que no están derogadas, seguían surtiendo efecto. Pues Franco se las salta olímpicamente a través de una disposición reservada, aunque desde el punto de vista legal no se pueda decir que Franco las conculcaba. Por ejemplo, según la Ley de Hacienda Pública, los donativos, en la medida en que se hicieran al Estado, formaban parte de los caudales del Tesoro Público.

De hecho, en la posguerra hubo una Junta Liquidadora de los donativos para ingresarlos en el Tesoro, pero parece que Franco no lo hace.

Claro, la Junta liquidó solo una parte. Lo que quiero decir es que Franco conculcaba teóricamente la ley de Hacienda, pero como él era fuente del Derecho, podía hacerlo. ¿Firmó Franco algún decreto u orden reservada que le permitiera desviar fondos de la Suscripción Nacional a sus cuentas corrientes? Probablemente no, porque todo esto se hizo en el más absoluto secreto. Pero teóricamente podía hacerlo. En aquellos momentos no había una ley que regulara el estatuto personal del jefe del Estado. No hay uno, muy imperfecto, hasta 1966. Por consiguiente, había un vacío legal y Franco se aprovechaba para hacer lo que quisiera. Por eso no me atrevo a decir que Franco era un corrupto, porque desde el punto de vista del Derecho positivo no lo era. Claro que este Derecho es ilegítimo, es grotesco, es absurdo, pero es lo que tenían los nacionales.

¿Es la corrupción lo menos estudiado del franquismo?

Por supuesto, porque no hay documentación. Diré algo más en un próximo libro.

Ha recordado que Hitler corrompió su sociedad extendiendo favores.
¿Y Franco?


Es lo que hace Franco en la guerra con sus regalos de 10.000 cajetillas de tabaco a un par de generales. Yo no tengo pruebas de que las vendieran en el mercado negro, pero es obvio que no te puedes fumar 10.000 cajetillas de tabaco. Y no he encontrado albaranes (a lo mejor los hay) que indiquen que en un rasgo de generosidad el general Orgaz, que era un corrupto tremendo, distribuyera cigarrillos a sus tropas.

¿Por qué insiste en atacar lo que dicen el historiador Stanley G. Payne y Jesús Palacios?

Porque han escrito una biografía de Franco que es infame. Ellos dicen que es muy objetiva, pero es sesgadísima, franquista, que deja de lado centenares de cosas, que tergiversa, que manipula y que miente. A mí me indignó.

¿Cree que tienen éxito como para preocuparse por este tipo de biografías?

Tienen éxito. Las compra la derecha agradecida. Este libro va a ser la Biblia de la derecha en los próximos años, probablemente. Payne es un hombre conocido, catedrático eminente. Nadie dice nada de Palacios, que es un neonazi reconvertido. Me dije que era necesario darle una respuesta y reuní a un grupo de doce historiadores, que hemos publicado en un número de la revista Hispania Nova, donde le damos un repaso a Payne que se queda completamente planchado.

[Ver “Contra los benevolentes con Franco” y entrevista con Stanley G. Payne en las páginas 56-57]

¿Se le puede atribuir a Franco el mérito de la mejoría económica del Plan de Estabilización?

Nunca tuvo la menor idea. A Franco se le sacó con fórceps un plan en el que no creía, porque iba en contra de todos sus principios. Pero no había escapatoria. La única alternativa era pegar el cerrojazo a las importaciones y volver al gasógeno y cosas así. En el año 1958 eso no era de recibo. Además, ya encontré un documento de 1957 en el que Carrero Blanco, entonces ministro secretario del Consejo de Ministros, comunicaba las directrices en política económica. Era un canto a la autarquía.

¿Hay que insistir aún en estas cosas?

Sí, porque se niega. El mío es un libro que está escrito también para cierto tipo de historiadores que tratan de blanquear el franquismo, que no discuten su ilegitimidad de origen y que ensalzan la legitimidad de ejercicio. Y esto es absolutamente intolerable en la España de hoy. Pero no escribo de cosas sabidas. El führerprinzip es esencial para la dictadura y no lo había contado nadie. Aquí nos hemos parado en el modelo de Juan José Linz: que se trataba de un régimen autoritario. Eso lo dice la derecha, claro. La izquierda no, decimos que fue una dictadura pura y dura. Yo no tengo empacho en reconocer que soy de la izquierda. ¿Pero es que no puede uno ser antifranquista? Lo normal es que un historiador sea antifranquista. Lo anormal es que sea franquista.

¿Era Franco un conspirador inteligente o un oportunista?

Yo creo que fue un conspirador muy inteligente. Y que no se fiaba ni de su padre, algo muy útil en una conspiración. Y lo digo así teniendo en cuenta que nadie, ningún historiador ha localizado su correspondencia con Mola. Sabemos que existía, pero mientras no tengas eso... ¿Dónde puede estar?

¿No hay nada en el archivo personal de Franco?

No. Mola murió en un accidente de avión y Franco mandó un pelotón del Ejército a incautarse de sus papeles. Esto es sabido. Y me imagino que los destruyó. Si los conservó, los tiene la familia. Aquí aparece algo importante. Todos los papeles de Stalin están en los archivos estatales. Los papeles de Franco se los quedó la familia y habrá que esperar al acendrado espíritu patriótico de la familia de Franco... Y hay que diferenciar. Los papeles de Franco los tiene la familia. Lo que está en la Fundación Francisco Franco (y una copia en el archivo de Salamanca) son los papeles de la secretaría en la que se han deslizado algunos papeles personales.

En Salamanca no se puede acceder a documentos porque tienen el sello de “secreto”, a los que la familia Franco sí que tiene acceso. ¿Qué le parece?

Es que no lo entiendo. A mí también me han negado varios papeles.

Source: Tiempo (España)
http://www.tiempodehoy.com/entrevistas/angel-vinas2

Monday, November 16, 2015

Paul Preston, contrario a retirar calles o monumentos franquistas: "No se puede borrar a Franco de la Historia"

El hispanista inglés apuesta por incluir en la placa la explicación de quién fue y qué hizo la persona que lleva el nombre de la calle con el fin de que sirvan como "instrumentos de educación".

El hispanista inglés Paul Preston.- EUROPA PRESS
EUROPA PRESS

MADRID.- Paul Preston ha publicado Franco (Debate), una edición revisada y actualizada de la biografía del Caudillo con motivo del cuarenta aniversario de su muerte en la que el historiador retrata a un dictador del que considera que no debe "ser borrado de la Historia" a través de la eliminación de los restos de su Régimen.

Preston se ha mostrado contrario en una entrevista con Europa Press a retirar placas de calles franquistas o a derribar el Valle de los Caídos, entre otros ejemplos, asegurando que deberían ser utilizados "como instrumentos de educación". "Mi solución para las calles, en aquellas que tengan nombres de militares, no sería la de sustituir ese nombre por Nelson Mandela u otra personalidad, sino incluir debajo en la placa la explicación de qué fue lo que hizo esta persona", ha apuntado.


Respecto a los restos de Franco, considera necesario devolverlos a la familia para que le den sepultura, e insiste en la importancia de convertir el Valle de los Caídos en "un centro de educación". "Pero es complicado, porque aunque la torre y la basílica son arquitectónicamente una de las maravillas del mundo, fue hecha por obreros esclavos", ha matizado.

Considera necesario devolver los restos de Franco a la familia para que le den sepultura y convertir el Valle de los Caídos en "un centro de educación"

En esta nueva edición, Preston ha incluido dos capítulos nuevos: uno en el que analiza cómo se ha biografiado a Franco antes y después de su muerte; y otro en el que aborda su antisemitismo, que fue variando según avanzó la II Guerra Mundial.

Antisemitismo

"Él era bastante antisemita hasta el final de la II Guerra Mundial, que pasaron a mandar los americanos y se dio cuenta de que los judíos tenían mucha influencia", ha señalado el autor, tras recordar que durante el conflicto Franco pudo haber salvado la vida de varios judíos procedente de Alemania y el régimen demoró esta ayuda provocando la muerte de muchos de ellos.

En cualquier caso, el historiador ha afirmado que los nuevos datos sobre el Caudillo que han salido en los últimos 20 años desde la primera edición de su libro no le han hecho "cambiar de idea para nada" sobre lo ya escrito.

Una de ellas es el famoso encuentro en Hendaya entre Franco y Hitler, en el que Preston defiende que, si finalmente España no entró en la II Guerra Mundial, no fue por la negativa de Franco. "Hitler venía en viaje de reconocimiento y se dio cuenta de que no compensaba porque lo que ofrecía como aliado era muy poco. Se podría hasta decir que hubo un acuerdo tácito entre aliados y el eje para que España quedase neutral", ha aseverado.

Franco, "el cid del siglo XX"

A día de hoy, el autor continúa viendo al dictador como un hombre que "se creía El Cid del siglo XX" y esperaba que, como con aquella reconquista, "llegara un gran imperio". "Pero la realidad es que no tenía medios para construir ese imperio y, para hacerlo, habría necesitado la ayuda de Hitler", ha apuntado.

El autor continúa viendo al dictador como un hombre que "se creía El Cid del siglo XX"

Preguntado sobre alguna actuación positiva de Franco durante la dictadura, Preston ha asegurado que no hubo ninguna por su parte, "aunque sí pasaron cosas buenas". "Hubo sobre todo dos, la neutralidad de España en la II Guerra Mundial y el crecimiento económico de los años 60, pero no se debieron a Franco, sino a las remesas de dinero de emigrados y a la inversión de compañías extranjeras y turistas", ha destacado.

Por último, se ha mostrado a favor de obras como la de Pérez Reverte para "acercar la Guerra Civil" a los jóvenes, si bien alertando de que se trata de un "tema muy complicado que a veces requiere más de 20 años estudiarlo para luego contarlo". "Con las simplificaciones se pierde mucho de la Historia, porque no se trata de blancos y negros", ha concluido.

Source: Público (España)
http://www.publico.es/politica/paul-preston-contrario-retirar-calles.html

Friday, October 23, 2015

"La sombra de Franco se ve en las memorias divididas y en el uso político de la Historia"

Recién cumplido el cuarenta aniversario de la muerte de Francisco Franco, una obra colectiva coordinada por Julián Casanova ofrece una síntesis sobre diversos aspectos de la dictadura. Su objetivo es, según Casanova, «ofrecer una visión crítica y rigurosa del franquismo, para un público amplio, de la política, la sociedad, la economía y la cultura, a través de análisis bien escritos, claros y sencillos de los mejores especialistas»

Enrique Clemente 23 de octubre de 2015. Actualizado a las 05:00 h.

Foto: Benito Ordóñez
Catedrático de Historia Contemporánea, con destacadas obras sobre la Guerra Civil, el franquismo o el anarquismo, Julián Casanova (Valdealgorfa, Teruel, 1956) ha reclutado a prestigiosos especialistas, entre ellos Paul Preston, José Carlos Mainer, Mary Nash, Ángel Viñas o Ignacio Martínez de Pisón, para analizar desde distintos ángulos la dictadura en 40 años con Franco.

-¿Las generaciones que no lo vivieron saben lo que fue el franquismo?

-Hay un déficit de educación sobre la dictadura y el siglo XX español en general por diferentes razones. Porque se tardó muchísimo en introducir esos contenidos en las escuelas, y en secundaria no se estudia Historia Contemporánea. Porque la derecha política española, a diferencia de otras europeas que surgieron de la derrota del fascismo, nunca ha tenido una mirada libre del pasado, y porque, además, hay un uso político de la Historia, mayor que en otros países. La propaganda política y las memorias familiares, donde el relato del abuelo prevalece sobre el histórico, dificultan el conocimiento del franquismo, Pero lo malo no es que haya debates entre historiadores, sino ignorancia.

-Varios libros recientes inciden en el apoyo popular que tuvo la dictadura. ¿Qué papel jugaron ese respaldo y la represión?

-Ninguna dictadura que se mantiene tanto tiempo puede prescindir de las bases sociales. Las bases iniciales de la dictadura fueron los vencedores, los excombatientes, la gente de orden, muy ideologizada, pero con el tiempo se ampliaron. Salvo los más reprimidos, perseguidos y silenciados, los vencidos se adaptaron gradualmente al régimen y, entre la apatía y el miedo, daban un apoyo pasivo al régimen. Mucha gente cree que las dictaduras desaparecen siempre por tensiones entre los gobernantes y los gobernados, pero la mayor parte de los historiadores y los politólogos que las han estudiado han llegado al acuerdo de que es muy importante el conflicto entre los gobernantes, que es lo que desintegró el franquismo. Por supuesto, no hay ninguna dictadura que muera en la cama que no tenga un ejército unido en torno a ella. También es importante el apoyo de la Iglesia a la Cruzada, que bendice el franquismo y la represión, aunque en los últimos años hay una disidencia. Pero el día que muere Franco, el clero le da su bendición. Yo analicé todas las homilías de las diócesis ese día y el 80 % parecen salidas del 18 de julio de 1936. La mayoría son combativas, de subordinación y de incienso absoluto a la persona que habían nombrado caudillo por la gracia de Dios.

-La represión fue muy cruenta en la posguerra.

-Hubo una voluntad de exterminio, con un escenario muy favorable para llevarlo a cabo con el nazismo en el poder en Alemania. Su voluntad era de exterminio, así se lo pedían los vencedores y la Iglesia. Eso se ve en qué conmemoran las fiestas, en la simbología, en los ritos. El rito del vencedor sobre el vencido está presente hasta el final en el franquismo.

-¿Cómo definiría a Franco?

-Franco es un militar golpista, que opta por el golpe para conquistar el poder y revertir la situación republicana, liberal, revolucionaria y masónica, qué el concebía en un mismo saco, que se fascistiza, y mucho, durante la II Guerra Mundial. Un dictador contrarrevolucionario, autoritario y sanguinario. El 1 de octubre de 1975, después de los fusilamientos, denuncia que todo es fruto de la conspiración judeo-masónica. Esa vuelta a los orígenes demuestra que tenía interiorizada la cultura de la represión y del enemigo. El hilo conductor del franquismo siempre fue la represión.

-Hay historiadores que aseguran que los dos grandes aciertos de Franco fueron mantener a España fuera de la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo económico de España en los 60.

-Paul Preston y Ángel Viñas han desmontado esos mitos. Franco no entró en la guerra porque Hitler no le concedió lo que quería, no le hacía falta. Esto le permitió mantenerse, porque si no hubiera acabado en el 1945, como todos los dictadores de los países del Este. Franco se oponía al cambio de política económica que le proponían el FMI y el Banco Mundial y colocó a los tecnócratas a regañadientes.

-¿Cuál es el legado que ha dejado el franquismo?

-La sombra alargada de Franco se ve en las memorias divididas, que son un producto de la falta de educación sobre la Historia de España del siglo XX; en los usos políticos de la historia; en los símbolos que aún provocan un debate, empezando por el mayor que es el Valle de los Caídos, con el que aún no sabemos qué hacer, o en la cultura política de la derecha actual. Hay un revisionismo neofranquista muy importante, pero creo que queda más de Franco en el papel que en la sociedad civil. Hasta 1945 España siguió una trayectoria similar a la de otros países europeos. Pero en las tres décadas que van del 45 al 75, en las que las sociedades occidentales consolidan las democracias, el Estado benefactor y la sociedad civil fuerte, solo España y Portugal siguieron siendo dictaduras, lo que pesó como una losa sobre la transición y la cultura política. Dicho esto, los vicios actuales de la democracia, como la corrupción, el deterioro de la política o que los políticos no lean o no sepan inglés, no son culpa de la dictadura ni de la transición.

-¿Hizo algo bueno Franco?

-Hizo cosas muy buenas para una parte de la población. Es una tontería no decirlo. Pero el historiador no puede meterse solo en la piel de esos sectores de la población, tiene que buscar una fotografía completa, y esta dice que Franco fue un desastre para España, sin ninguna duda.

40 años con Franco. Varios autores. Coordinación de Julián Casanova. Crítica. 406 páginas. 20,90 euros

Source: La Voz de Galicia
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/fugas/2015/10/21/sombra-franco-ve-memorias-divididas-uso-politico-historia/00031445432137855575995.htm

Saturday, October 3, 2015

“El mito de la alergia francesa al fascismo”. Un debate historiográfico

Daniel Canales Ciudad: Licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza y máster en Historia Contemporánea. Su línea de investigación es el estudio de la dictadura franquista en perspectiva comparada.

El ascenso de la extrema derecha en las últimas elecciones europeas es un hecho, y es para preocuparse que partidos como Amanecer Dorado en Grecia o el Jobbik en Hungría se hayan convertido en fuerzas políticas con representación parlamentaria en Europa y sus países. No resulta extraño, respecto al fascismo, que el presente y el futuro pesen más que el pasado, más en países en los que la crisis, la corrupción y los abusos de poder se han traducido en una progresiva desafección respecto de la política tradicional. Sin ser lo mismo, aunque integrándolo dentro del mismo espectro político, el Frente Nacional se ha aprovechado de esa desafección en Francia, un país en el que además del vertiginoso ascenso del partido de Marine Le Pen, habría que destacar el alto nivel de abstención que ha alcanzado cerca del 60% del electorado y que, con todo, ha beneficiado sobremanera al propio FN.

Como ya comentamos en un artículo anterior, intentaremos llevar este análisis hasta nuestros días, pero a nuestra manera, a través de un previo i minucioso examen del pasado más inmediato de Francia que nos permita ver las claves históricas para entender el presente, desarrollando en este caso, algo importantísimo que se cito de pasada en el otro artículo como es el “mito de la alergia” al fascismo en Francia combinado con el mito de la Resistencia. Así pues, en este artículo nos centraremos en la extrema derecha francesa en el período de entreguerras, y sobre todo en el debate historiográfico alrededor de este fenómeno, en la medida en que el Frente Nacional viene a heredar y a actualizar discursos y prácticas[1] que en los años treinta tuvieron una importante incidencia en la vida política y social de la III República. De hecho, fue el movimiento de la extrema derecha de la Croix de Feu, reconvertido en 1936 en el Parti Social Français (PSF) tras la prohibición de las ligas paramilitares por el gobierno de Leon Blum, el partido con mayor número de militantes, cerca de un millón en 1939, y que contaba con una amplia red de organizaciones y publicaciones donde el nacionalismo, la idea de regeneración y los ataques al parlamentarismo y el comunismo ofrecían un espacio de renovación política frente a los caducos partidos tradicionales de la III República.

De hecho, este partido ha pasado a ocupar el centro de un debate historiográfico de una larga trayectoria acerca de si hubo o no fascismo en Francia, en tanto que movimiento político con capacidad de plantear un proyecto autoritario y alternativo frente a la III República como sí hubo en Italia, Alemania y España, donde el fascismo, tal como lo entiende Ferran Gallego, fue capaz de movilizar un electorado mayoritario de clase media especialmente rural, y de modernizar y cohesionar en torno a sí a gran parte de la derecha radical y nacionalista en torno a un proyecto político encaminado a la construcción de un orden que superase los conflictos de la modernidad democrática y liberal[2]. Y es que catalogar a la CF/PSF dentro de los fascismos europeos de la época es especialmente relevante por eso mismo. Por ello nos ha sido inevitable acercarnos y presentar un debate historiográfico que también afecta, como no, al fantasma de Vichy, asunto en el que los trabajos de Robert Paxton tuvieron un papel clave en la recuperación de un pasado complicado de digerir por parte de la historiografía oficial francesa.

Ahora bien, respecto al fascismo, aquélla sigue manteniendo, salvo algunas excepciones, la que se ha venido a conocer como “tesis de la inmunidad”[3], la cual se convirtió en todo un dogma historiográfico desde la aparición del libro de René Rémond, La droite en France de 1815 à nos jours, en 1954[4]. A este respecto, acercarnos a este debate nos puede aportar una cierta perspectiva a la hora de plantearnos el mismo problema aquí en España. Y es que durante años, aquí como en Francia, gran parte de la comunidad historiográfica, amparándose en definiciones estrictamente genéricas del fascismo, y tal como plantea Julián Casanova, ha inventado «múltiples marbetes, términos y conceptos peculiarísimos, en un intento, que ha cosechado notables éxitos, de absolver el franquismo – y al orden social y político que consolidó – del estigma fascista»[5]. En Francia ese estigma se eliminó por una suerte de cultura política nacional que se presentaba inseparable de los valores republicanos, lo cual no deja de ser una venda con la que taparse los ojos frente a una realidad reacia a esencialismos de ese tipo, los cuales dificultan la lectura no sólo del pasado, sino también del presente[6].

Externalizar el fascismo, reducirlo a su más mínima expresión o hasta negarlo fue algo muy común en el contexto europeo de la segunda posguerra. Mientras en España Franco consolidaba el nacional catolicismo como ideología del régimen, sin perder un ápice de su retórica excluyente y capacidad represiva, los historiadores franceses e italianos construían nuevos referentes a partir de los que ofrecer una narración apropiada para la construcción de unas identidades nacionales renovadas y apropiadas al nuevo contexto. Tras los iniciales juicios y purgas, Francia e Italia debían mirar hacia delante, en la dirección de su reconstrucción y su desarrollo económico y social, y olvidar las divisiones y conflictos de su pasado más inmediato. En Italia Benedetto Croce hablaba del período fascista como una especie de enfermedad. Al igual que en Francia, donde el fascismo sería literalmente extirpado de su historia nacional y el período de Vichy quedaría en un paréntesis febril entre la III y la IV República, un producto de la derrota y la ocupación alemana. En este sentido, toda una sociedad debía ocultar el trauma de la derrota, del colaboracionismo y de Vichy.

Los tribunales oficiales franceses se encargarían de castigar a los colaboradores por delitos de traición a la patria, aunque se alejaría intencionadamente el fantasma de la responsabilidad de los ciudadanos franceses en la guerra[7]. De esta manera, no se castigó a ningún francés por crímenes contra la humanidad, siendo éstos imputados exclusivamente a los alemanes[8]. Por su parte, en el espacio público se extendería la memoria de la Resistencia como sujeto nacional y en la que prácticamente todos franceses tenían cabida. La lucha partisana contra el invasor venía a desdeñar el colaboracionismo y Vichy, y pasaba a convertirse en el nuevo espacio de referencia y representatividad de la nación. Esa misma voluntad es la que vemos claramente en la historiografía, que junto a tribunales y políticas memoriales del Estado, se configuraron como los principales arquitectos de las lecturas nacionales del pasado. Las palabras de François Bédarida y Jean Pierre Azema al respecto son muy ilustrativas: «dans le couple Vichy/Résistance, la priorité a longtemps joué au profit de l’historiographie de la Résistance au détriment de celle de Vichy. Tout concourait en effet a privilégier la première plutôt que la seconde: un objet historique exaltant, une demande sociale forte, une vertu éducative […], une mémoire a la fois glorieuse et dominante»[9].

Si Robert Aron publicaba su Histoire de Vichy en 1954 con la que alejaba el fantasma del colaboracionismo[10], René Rémond, en ese mismo año, haría lo suyo respecto al fascismo advirtiendo que aquél había sido una importación desde el exterior realizada por grupos marginales y sin apenas capacidad de movilización. Esta tesis se convertiría en un componente esencial de una excepcionalidad francesa basada en el compromiso permanente de la derecha francesa, a diferencia de sus homólogas italiana o alemana, con los principios democráticos y constitucionales, un compromiso que se renovaba a través del nuevo mito de la Resistencia y que tomó forma inmediatamente después de la Liberación. El argumento principal de Rémond era que el fascismo no tenía espacio político en Francia, puesto que no pertenecía a ninguna de las tres familias de la derecha francesa que él había reconocido: la derecha contrarrevolucionaria, la conservadora y la bonapartista. De este modo, movimientos de masas como el Parti Social Français y el propio régimen de Vichy sólo podrían explicarse a partir de una de estas tres tradiciones, nunca podríamos hablar de fascismo. Sternhell explica cómo este libro se convirtió en una especie de biblia para varias generaciones de estudiantes e historiadores que asimilaban una idea cómoda y autocomplaciente de su pasado nacional más inmediato[11].

Y es que es bastante significativo que quienes atacasen dichas tesis fuesen historiadores de fuera[12], en la misma medida que fue Robert Paxton, un historiador norteamericano, quien atacó las tesis de Robert Aron afirmando que tanto Pétain como Laval fueron colaboradores activos con los alemanes y que las medidas adoptadas durante el período de Vichy, entre ellas la deportación de miles de judíos a los campos de exterminio[13], fueron responsabilidad de las autoridades francesas. En cuanto a la tesis de la inmunidad, fue Ernst Nolte, en su ya clásica trilogía sobre el fascismo europeo, quien situó en Action Française el precursor de la ideología fascista[14]. Pero fue el historiador israelí Zeev Sternhell quien irrumpió con más fuerza en el debate, pues no sólo rechazaba esa supuesta inmunidad francesa al fascismo, sino que también situaba sus orígenes culturales e ideológicos en la convergencia entre el nacionalismo de Maurice Barrès y Charles Maurras y el revisionismo marxista y vitalista de Georges Sorel[15]. Sus obras generaron un intenso debate provocando respuestas por parte de historiadores como Serge Berstein o Michel Winock, discípulos de Rémond y que venían a actualizar las tesis de la inmunidad frente a las ideas de Sternhell.

Por otro lado, el debate tomaba un cariz más académico en la medida en que muchos comentarios iban encaminados hacia la crítica de la perspectiva puramente intelectual que tomaba Sternhell para entender el fascismo[16]. Y es que la historia de las ideas adoptada por Sternhell le permitió rastrear una tradición política francesa que iría desde el último tercio del siglo XIX, pasando por el asunto Dreyfus y que desembocaría en Vichy en 1940, lo que permitía además señalar el carácter puramente francés del régimen[17]. Esa historia estrictamente intelectual sería muy criticada por historiadores franceses como Winock o Julliard para quienes, Sternhell ignoraba la dimensión social y política de la realidad en sus investigaciones. Por su parte, Serge Berstein le achacaba una definición demasiado ambigua del fascismo, lo que le permitía introducir cualquier experiencia que se amoldase a unos marcos bastante flexibles[18]. Pierre Milza coincide con esta crítica cuando dice que Sternhell utiliza la noción de fascismo para «todas expresiones de hostilidad a la democracia parlamentaria burguesa»[19].

Siendo bastante acertadas todas esas críticas respecto al método empleado por Sternhell, el caso es que tanto Winock, Julliard, Berstein o Milza, todos ellos franceses, mantienen la idea de la excepcionalidad francesa y de un cierto esencialismo nacional, retomando los argumentos dados por Rémond, quien reeditaría en 1982 su obra[20] y en el que se permitiría actualizar por sí mismo sus argumentos y atender a los puntos centrales sobre los que giraba el debate. De esta manera, admitiría la atracción que ejerció el fascismo sobre algunos intelectuales como Brasillach o Drieu la Rochelle y la existencia de grupos fascistas en Francia como el Faisceau de George Valois, Solidarité Française de Réné Coty, el Parti Popular Français de Doriot o el Francisme de Marcel Bucard, pero que nunca llegaron a ser verdaderos movimientos de masas como el italiano o el alemán. En cuanto a la Croix de Feu / Parti Social Français, una de las claves del debate, lo encajaría dentro de la derecha bonapartista y reduciría su estética y capacidad movilizadora a un especie de «scoutisme politique pour grandes personnes»[21]. En esta línea se mantendría Jacques Nobécourt[22], quien hizo un exhaustivo estudio con fuente primaria, accediendo por primera vez a los archivos personales del líder de la Croix de Feu iCoronel De la Rocque del Parti Social Français, François de La Rocque, echando por tierra los argumentos de quienes como Robert Soucy[23], William Irvine[24] o Kevin Passmore[25] desde el exterior habían catalogado a la organización de fascista.

A día de hoy el debate en torno a CF/PSF y el fascismo francés aún está abierto y siguen apareciendo publicaciones[26] que intentan salir adelante en el análisis del fenómeno dejando en un segundo plano si fue fascista o no, contextualizando la III República en el panorama europeo de la época. Así, se avanza ahora ya no analizando el discurso y la ideología de la organización liderada por De La Roque, sino sus estrategias y posibilidades de conquistar el poder, advirtiendo, además, que las categorías políticas utilizadas para definir a la derecha francesa por Rémond y sus acólitos no dejan de ser excesivamente herméticas y estáticas[27]. En este sentido, más que al fascismo en sí, deberíamos estudiar el proceso de fascistización que vive la derecha europea y su electorado a lo largo de los años treinta. Ésta fue provocada por una crisis económica y política que rebosó, para muchos, los límites del parlamentarismo y la democracia como sistema para la resolución de los conflictos de unas sociedades en transformación. De esta manera, y atendiendo al contexto político, social e intelectual de la II República, Ferran Gallego ha analizado el proceso de fascistización de la derecha española señalando la permeabilidad de ésta respecto a la nueva cultura política que ofrecía la posibilidad de una unión nacional en torno a un proyecto de modernización y regeneración nacional.

Tanto Alemania, como Italia, España o Francia compartieron esas mismas dinámicas en diferentes escenarios y con sus respectivas particularidades. Éstas son las que hicieron que en Francia no triunfase una solución autoritaria a los problemas que vivía la III República, durante la cual ni la violencia política, ni la crítica al parlamentarismo, ni los discursos de redención nacional estuvieron ausentes[28]. De ahí que un análisis comparado entre las diversas experiencias ofrezca una interpretación que se aleje de esencialismos y excepcionalismos que, como dice Ferran Gallego respecto a España, permiten interpretar su pasado «como el de una nación cuyos problemas y propuestas de solución siempre eran ajenos a los conflictos y procedimientos que se habían experimentado en el continente»[29].

[1] Arnaud ESQUERRE et Luc BOLSTANSKI: “Fron national: de quel peuple parle-t-on?”, Libération, 29 de mayo de 2014

[2] Ferran GALLEGO: El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-1950), Barcelona, Crítica, 2014

[3] Para ver la historia de dicho debate Marc ANGENOT: “L’immunité de la France envers le fascisme: un demi-siècle de polémiques historiennes” en Discours Social, vol. XXXI, 2009. Disponible en red: http://marcangenot.com/wp-content/uploads/2011/12/immunit%C3%A9-fran%C3%A7aise-au-fascisme-complet-format-DS.pdf

Ver también, Michel DOBRY (dir.), Le mythe de l’allergie française au fascisme, Albin Michel, París, 2003

[4] René RÉMOND: La droite en France de 1815 à nos jours. Continuité et diversité d’une tradition politique, Paris, Aubier, 1954

[5] Julián CASANOVA, “La sombra del franquismo: ignorar la historia y huir del pasado”, en Julián CASANOVA, El pasado oculto: fascismo y violencia en Aragón (1936-1939), Madrid, Siglo XXI, 1992 p. 13

[6] Ya en 2003, ante el éxito cosechado por Le Pen en 2002 cuando llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, numerosos sociólogos y politólogos coordinados bajo la dirección de Daniel Bensaid alertaron de los peligros y trazaron varios análisis sobre la extrema derecha del siglo XXI. “Noveaux mostres et vieux démons: déconstruire l’extrême droite”, Contretemps, nº8, 2003. Disponible en red: http://www.contretemps.eu/sites/default/files/Contretemps%2008.pdf

El interés académico por el Frente Nacional no ha dejado de aumentar, tal como lo demuestran los recientes congresos y publicaciones aparecidos en Francia a raíz del ascenso del partido bajo el liderazgo de Jean Mary Le Pen. Ver: Charlotte ROTMAN: “Le Front national, «objet scientifique», Libération, 20 de junio de 2013

[7] Entre 1944 y 1951 se llegaron a sentenciar 6763 personas a muerte, de las que se ejecutaron 791. Las purgas afectaron a cerca de 350.000 personas, aunque la mayoría «de sus vidas y carreras no se vieron dramáticamente afectadas». Tony JUDT, Postguerra: una historia de Europa desde 1945, Madrid, Taurus, 2006, p. 83

[8] Para ver las implicaciones de la culpabilidad exclusiva de Alemania, Íbidem, p. 91

[9] Traducción nuestra: “en el binomio Vichy/Resistencia, la prioridad ha jugado durante mucho tiempo a favor de la historiografía de la Resistencia en detrimento de la de Vichy. Todo ha contribuido, en efecto, a privilegiar la primera por encima de la segunda: un objeto histórico exaltado, una demanda social fuerte, unas virtudes educativas [...], una memoria a la vez gloriosa y dominante” en Jean Pierre AZEMA et François BEDARIDA: “L’historisation de la Résistence” en Esprit, enero 1994, p.21. Disponible en red: http://www.esprit.presse.fr/archive/review/article.php?code=10982

[10] Éste diferenció entre la Francia de Pétain y la Francia de Laval, siendo la primera una solución para el mantenimiento de la soberanía nacional y una especie de escudo frente a la invasión alemana, mientras que la segunda representaba el colaboracionismo que se restringía a personalidades muy concretas y aliados de los alemanes. Robert ARON y Georgette ELGEY: Histoire de Vichy, 1940-1944, Paris, Artheme Fayard, 1954.

[11] Íbidem, p.32

[12] Esto lo podemos ver a la perfección en el libro France in the era of Fascism, en el que se ataca y se pone en tela de juicio la supuesta tesis de la inmunidad francesa al fascismo. Como señala su coordinador, Brian Jenkis, todos los historiadores que han aportado investigaciones para el libro son todos no franceses, a excepción de Michel Dobry.

[13] La cinta Le Chagrin et la Pietié, del documentalista Marcel Ophuls provocó también una gran conmoción, estrenándose en los cines franceses en 1971 dos años antes de que se publicase en Francia el libro de Paxton.

[14] Ernst NOLTE: Der Faschismus in seiner Epoche. Action francaise – Italienischer Faschismus – Nationalsozialismus, Münich, R. Piper, 1963. Traducido al francés siete años después, Ernst NOLTE: Le fascisme dans son époque, Paris, Julliard, 1970.

[15] Zeev STERNHELL: La droite révolutionnaire. 1885-1914 : Les origines francaises du fascisme, Paris, Seuil, 1978. También Zeev STERNHELL, Ni droite ni gauche. L’idèologie fasciste en France, París, Fayard, 2000 [1983]

[16] Un análisis del debate suscitado por las teorías de Sternhell en Antonio COSTA PINTO, “Fascist ideology revisited: Zeev Sternhell and his critics” en European History Quartely, núm. 16 (1986), pp. 465-483

[17] Zeev STERNHELL, “Morphology of Fascism in France”, en Brian JENKINS (ed.) (2005), pp. 22-64

[18] Antonio COSTA PINTO (1986)., p. 474

[19] Pierre MILZA, “Fascisme français” en J-F. SIRINELLI (ed.) (1995), p. 357. Aparece en Brian JENKINS (ed.) (2005), p. 200

[20] René RÉMOND: Les droites en France, Paris Aubier Montaigne, 1982

[21] Íbidem, p. 214

[22] Jacques NOBÉCOURT: Le Colonel de la Rocque ou les pièges du nationalisme crètien, París, Fayard, 1996

[23] Robert SOUCY: French Fascism: the Second Wave 1933-39, New Haven, Yale University Press, 1995, obra que no se traduciría al francés hasta nueve años más tarde, en 2004, lo cual muestra el poco interés que había entre los historiadores franceses por la historia que se generaba desde fuera y que ponía en tela de juicio, como ya lo había hecho Sternhell, la tesis de la inmunidad.

[24] William D. IRVINE, “Fascism in France and the strange case of Croix de Feu”, en The Journal of Modern History, Vol. 63, Núm. 2 (1991), pp.271-295

[25] Kevin PASSMORE: From Liberalism to Fascism: The Right in a French Province, 1928-1939, Cambridge, Cambridge University Press, 1997.

[26] Sean KENNEDY: Reconciling France against Democracy: the Croix de feu and the Parti social français. Montreal, McGill-Queen’s, 2007.

[27] Brian JENKINS: “The Right-Wing Leagues and Electoral Politics in Interwar France”, History Compass, nº 5/4 (2007), pp. 1359-1381

[28] Una propuesta para el estudio de la violencia política en la Francia del período de entreguerras en Chris MILLINGTON: “Political Violence in Interwar France”, en History Compass, nº 10/3 (2012), pp. 246-259

[29] Ferran GALLEGO: El evangelio fascista… p.17

Source: El Mito de Sisif (blog from Catalunya)
http://elmitedesisif.cat/es/fascismo/el-mito-de-la-alergia-francesa-al-fascismo-un-debate-historiografico/

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