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Saturday, December 8, 2018

El gran espectáculo del fascismo

Solo falta King Kong. Foto sin fecha del Valle de los Caídos. Patrimonio Nacional

El fascismo no se puede comprender sin su materialidad. Si los distintos regímenes fascistas no hubieran desarrollado estrategias materiales tan espectaculares y convincentes, quizá no hubieran tenido el éxito que llegaron a tener. Se ha hablado con frecuencia de lo bien coreografiadas y escenografiadas que estaban las grandes celebraciones nazis. Y es verdad. Los estetas del régimen claramente sabían lo que hacían: sin necesidad de djs ni de pastillas lograban poner a cien a las masas, las hacían entrar en un éxtasis colectivo tras el cual se les podía pedir cualquier cosa -que aceptaran una dictadura, una guerra mundial o un genocidio.

En esta cultura del espectáculo fascista tienen mucho que ver dos cosas estrechamente relacionadas: el desarrollo masivo de la cultura popular desde finales del siglo XIX y las tecnologías de la Segunda Revolución Industrial (como el cine, la radio y la electricidad). Existe un tercer elemento que resulta bastante paradójico: la expansión de la democracia. Hasta mediados del siglo XIX la gente de a pie contaba bastante poco, porque su capacidad de influir en la vida política era muy limitada (salvo en los excepcionales momentos revolucionarios). Sin embargo, a partir del último cuarto del siglo XIX el sufragio universal masculino se vuelve cada vez más común, surgen los partidos políticos modernos y con ellos la propaganda: es necesario convencer a la gente de que es mejor que les gobierne fulanito y no menganito. Y en esta labor de seducción no valen solo buenas ideas. Los colores, la música, los esloganes, los logos resultan esenciales: entre otras cosas porque la población iletrada era todavía muy numerosa.

El desarrollo de la cultura de masas, las tecnologías audiovisuales y la democracia representativa vienen de la mano de un cuarto fenómeno: el consumo capitalista. Las industrias producen mucho y a bajo precio. Los ciudadanos de occidente pueden acceder a productos nunca antes soñados. La competición entre empresas es feroz. Surge la publicidad.

Sin esta combinación de factores no se entiende el espectáculo del fascismo. Pero tampoco se entiende a Trump ni a Bolsonaro, herederos del populismo reaccionario de los años 30.

El fascismo italiano y el nazismo alemán desarrollaron sofisticados espectáculos de luz y de sonido que poco tenían que envidiar a las películas de Hollywood de la época. Y de hecho, ambos regímenes invirtieron grandes sumas de dinero en la industria cinematográfica. No es casual que la compañía pública de cine en época de Mussolini se llamara "luz" -LUCE (L'Unione Cinematografica Educativa). Los juegos de claroscuro ofrecían dramatismo y sensación de gravedad a las ceremonias políticas (que contrarrestaban la banalidad de las ideas). Por ese motivo fueron explotadas hasta la saciedad por los totalitarismos.


No se ha avanzado tanto en el estudio de la estética política del franquismo como en las de la Alemania y la Italia de la época. Pero las influencias fascistas son evidentes. Quizá en ningún sitio son tan claras como el Valle de los Caídos, una compleja escenografía que bebe del paisajismo nazi -el cual, por cierto, sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y se acabó utilizando para construir memoriales... ¡en los campos de exterminio nazis!

Aunque la estética fascista se puede percibir en el valle un día cualquiera, en la imagen que ilustra esta entrada queda si cabe mucho más de relieve. El juego de luces y sombras recuerda enormemente a la entradilla de las producciones de LUCE que reproducimos más arriba. Como todo en el franquismo, la experiencia catártica político-religiosa fascista toma aquí un carácter fuertemente católico. Parece que estamos a punto de contemplar una epifanía divina. Lo cual encaja perfectamente con la idea de que Franco era caudillo por la gracia de Dios. Si la leyenda en las monedas no lo convencían a uno del todo, ahí estaba el espectáculo del Valle para completar el trabajo.

He aquí pues uno de los problemas del fascismo. Y es que mola. Escenarios monumentales, muchas banderas, gritos al unísono, música a todo volumen, colorines, ideas simples, chivos expiatorios ¿Qué más se le puede pedir a la política?
___________

Falasca-Zamponi, S. (1997). Fascist spectacle: the aesthetics of power in Mussolini's Italy. Berkeley: University of California Press.

Van der Laarse, R. (2015). Fatal Attraction. Nazi Landscapes, Modernity and the Holocaust. En Landscape biographies: geographical, historical and archaeological perspectives on the production and transmission of landscapes, 345-375. Amsterdam: Amsterdam University Press

Gracias a Luis Antonio Ruiz Casero por poner en mi conocimiento la existencia de la foto del Valle iluminado.

Source: Arqueología de la Guerra Civil Española
https://guerraenlauniversidad.blogspot.com/2018/10/el-gran-espectaculo-del-fascismo.html

Sunday, August 28, 2016

La rapiña franquista queda al descubierto tras 70 años


ÁNGEL MUNÁRRIZ

Rafael F. Vázquez, párroco de la antigua población de Guájar, en Granada, traza un semblante crudo de la acusada. "Profesa ideas avanzadas", afirma. La suerte de Dolores Mancilla, de profesión sus labores, ya está echada. Pero la apuntala el guardia civil Miguel Aguilera: "Pésima conducta. Votó siempre que fue necesario al Frente Popular". El Tribunal de Responsabilidades Políticas no necesita más para decretar la incautación de sus bienes: tres camas, casa y plantación de almendros. La multa es de 500 pesetas.

Un grupo de 32 investigadores de ocho universidades ha rescatado de los comités de incautación y los tribunales de responsabilidades políticas de Andalucía más de 53.000 expedientes personales como el anterior, acreditativos de la justicia militar totalitaria que el franquismo arbitró hasta el fin de la primera posguerra con curas, falangistas, guardias civiles y alcaldes como delatores. La iniciativa, financiada por la Junta, supone la primera investigación que pone negro sobre blanco la dimensión en una región española del expolio económico, aún hoy el más desconocido de los pilares sobre los que se asentó la represión franquista.

Andalucía ultima el primer informe autonómico completo

"Es el gran tema tabú. Sólo se ha hablado en voz baja", explica Cecilio Gordillo, activista destacado del memorialismo andaluz. Tampoco lo tocó la Ley de Memoria Histórica. Llegada la democracia, los principales partidos y sindicatos sí pactaron la devolución de sus bienes. Pero los particulares pagaron otro de los peajes de olvido de la Transición.

Paqui sabe en qué consiste ese pacto. Fruto de una reclamación ante el Estado, posee un papel remitido por Hacienda que deja bien claro que España no contempla la devolución de bienes incautados a particulares. Pero también tiene otro papel, del Registro de la Propiedad, que demuestra que la casa que tenía en un pueblo de Sevilla su bisabuelo Juan era eso, su casa, o al menos lo fue hasta que le fue incautada tras su asesinato en 1936. "Un hijo suyo aún me pregunta qué pasa con la casa y no sé qué decirle", cuenta Paqui. La mayoría de los que están en su misma situación ni se plantearon intentar recuperar los bienes. En realidad muchos ni siquiera saben que sus familias fueron expoliadas.

Sí hay en marcha una ambiciosa iniciativa colectiva, aunque sin éxito hasta la fecha: la Asociación de Perjudicados por la Incautación del Gobierno Franquista, que desde Catalunya ha reunido a 2.000 afectados. "Hemos dialogado con los partidos, pero sin conseguir compromisos formales. Vamos a seguir hasta el final. Si hace falta, a los tribunales, en España y en Europa", cuenta María Casals, portavoz. La asociación se encarga del dinero incautado en virtud de un decreto de 1938 del Ministerio de Hacienda del Gobierno franquista, con sede en Burgos, que prohibía tener "papel moneda puesto en circulación por el enemigo". Es decir, por la República. Ciudadanos de todo el país acudieron a depositar dinero en el Banco de España y los ayuntamientos. Pese al compromiso del régimen de devolverlo, miles de personas perdieron para siempre su dinero. La asociación pide al Estado cinco euros por cada peseta de la época en que fue ingresado. Los afectados integrados en esta iniciativa poseen recibos demostrativos de la injusticia.

Al margen de las dificultades para la reparación de las víctimas, les queda el consuelo parcial de que el manto de silencio está empezando a descorrerse con algunos datos. En octubre de 1941, los tribunales habían incoado casi 125.000 expedientes de incautación y quedaban unas 100.000 denuncias pendientes, según los datos recopilados por Manuel Álvaro en el libro colectivo La gran represión (2009), coordinado por Mirta Núñez, profesora de la Complutense.

Más de 200.000 familias sufrieron en España la investigación, retención o expolio de sus bienes, según los cálculos más fiables. Y eso en un país que en 1940 rondaba los 26 millones de habitantes. Fernando Martínez, coordinador del proyecto andaluz, cifra en "cerca de 60.000" las personas familias, en realidad afectadas entre 1936 y 1945.

2.000 afectados se han organizado para pedir reparación al Estado

La historiadora Ángela Cenarro, que coordina en Aragón un proyecto similar al andaluz, cifra en unos 13.000 los expedientes abiertos en la región. En Galicia el ambicioso proyecto Nomes e voces también ha abarcado la investigación de la represión económica entre 1936 y 1939. A falta de datos globales, su coordinador, Lourenzo Fernández, destaca la "clara voluntad" del régimen de cebarse con los derrotados, así como otras formas de expolio, como la expropiación de montes comunales.

La rapiña de los sublevados comienza de forma espontánea el mismo 18 de julio del 36 y con el tiempo se va amparando en bandos, decretos y, finalmente, en la Ley de Responsabilidades Políticas de 1939. La maquinaria funcionó a tal ritmo que en 1941 el Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas advirtió de la incapacidad del Estado para contar o gestionar los bienes.

Por ello en 1942 se suavizó la ley, multiplicando los sobreseimientos. En 1945, con el franquismo intentando dulcificar su imagen, cesaron los expedientes, aunque hubo familias que pagaron plazos hasta finales de los 60. Aparte del expolio, el régimen se había hecho con un detallado fichero de rojos y había extendido por toda España una cultura indeleble de miedo y delación.

"Ha sido el gran tema tabú. Sólo se ha hablado en voz baja"

El volumen de bienes incautados y dinero recaudado por multas es difícil de precisar, más cuando hasta el régimen se confesaba incapaz de hacerlo. Pero varios datos dan una idea. En Toledo fue incautada más de la mitad de la propiedad rústica. El total de multas impuestas en Andalucía rondó los cien millones de pesetas de la época, cuando un bancal de tierra para alimentar a una familia podía costar cien pesetas y una casa obrera en un pueblo andaluz, entre 300 y 500.

No todas las multas se pagaban. En Madrid, Álvaro cifra las impuestas en 660 millones, aunque la mayoría fueron sanciones absurdamente altas, más ejemplares que prácticas, a prohombres de la República. "Las que sí se pagaban, y eran demoledoras para las clases medias y bajas, eran las de cientos o miles de pesetas. Y todo el proceso en sí, que suponía la inmovilización de los bienes, era un castigo", cuenta Martínez. Su intención, cuando acabe el estudio, es colgarla en la Red. Que se vea todo: víctimas, delatores, sentencias. Será una pequeña parte comparada con lo mucho que sigue oculto 70 años después.

Emilio Silva, presidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, lamenta que el Estado no haya dado nunca “ninguna facilidad” para el resarcimiento. “A los partidos y los sindicatos sí. Al ciudadano, nada”, denuncia. “Esa puerta nadie se ha atrevido a abrirla. ¿Por qué siempre ese rechazo a invalidar las sentencias de responsabilidades políticas? Porque habría que anular también las multas que ordenaban”, afirma. Silva lamenta la “hipocresía” que supone que “los mismos que argumentan que eso generaría el caos son los que defienden con uñas y dientes la inviolabilidad de la propiedad privada”.

Source: Público (Spain)
http://www.publico.es/espana/rapina-franquista-queda-al-descubierto.html

Monday, May 23, 2016

Los árabes que lucharon contra Franco

El periodista palestino Najati Sidki
Un documental rescata del olvido a los más de mil árabes que se enrolaron en el bando republicano y reivindica su memoria frente a las tropas moras de Franco

La cinta, en su fase final de producción, reconstruye los pasos de un palestino que pagó su lucha en España con el destierro y la dispersión familiar

FRANCISCO CARRIÓNEl Cairo
fcarrionmolina
02/05/2016 19:45

"Vine a defender la libertad en el frente de Madrid. A defender Damasco en Guadalajara, Jerusalén en Córdoba, Bagdad en Toledo, El Cairo en Cádiz y Tetuán en Burgos". El periodista Najati Sidki, palestino y comunista, desembarcó en la España de 1936 con la determinación de luchar contra Franco y sus tropas moras. Su vida, marcada también por la II Guerra Mundial y la tragedia del pueblo palestino, centra ahora un documental que trata de rescatar del olvido a los cientos de árabes que se enrolaron en el bando republicano.

La cineasta egipcia Amal Ramsis (El Cairo, 1972) llegó hasta Sidki "por pura casualidad" tras una larga y a menudo infructuosa investigación que arrancó hace más de una década. "Leí un artículo sobre la participación árabe en la Guerra Civil y empecé a tirar del hilo. Salieron muchos nombres, fechas y lugares de llegada pero me faltaba una historia que proporcionara un enfoque personal", relata a EL MUNDO Ramsis desde un céntrico restaurante de El Cairo. Y entonces se hizo la luz. "En 2008 me topé con las memorias de Sidki y encontré el rostro que necesitaba la historia".

En pleno ensamblaje, el documental You come from far away (Venís desde lejos, en español) reconstruye los pasos del intelectual y secretario del Partido Comunista Palestino desde su viaje a la península ibérica en 1936 y ofrece testimonio de una realidad desconocida, sepultada por el terrible recuerdo de los soldados marroquíes del ejército de África que Franco sumó a su sublevación. "Sidki intentó dirigirse a ellos. Bajó al frente de Córdoba y les pidió que se unieran al bando republicano. Pocos le escucharon y los que lo hicieron no fueron bien recibidos", reconoce Ramsis, autora de documentales como Vida (2008), Prohibido (2011) y La estela de la mariposa (2014).

"Llegue -escribe Sidki en sus memorias- a la bella y espectacular Barcelona, la capital de Cataluña. Comencé a pasear por sus amplias avenidas. De repente, me encontré con un grupo de milicianos. Su jefe, creyéndome español, se acercó a mí y me dijo en castellano: '¿Por qué no te unes a nosotros?' Sonriendo le repliqué en francés: 'Soy un voluntario árabe y vine a defender la libertad en el frente de Madrid. A defender Damasco en Guadalajara, Jerusalén en Córdoba, Bagdad en Toledo, El Cairo en Cádiz y Tetuán en Burgos'".
Najati Sidki, con sus dos hijas.

El periodista -el nombre que puso voz a los listados de árabes que junto a otros miles de brigadistas extranjeros participaron en una contienda ajena- sobrevivió a la derrota y tuvo dos hijas que hoy son las albaceas de su memoria. "Llegué hasta Hind, su hija pequeña que vive en Grecia, y me di cuenta de que el testimonio era mayor de lo que había imaginado. La familia de Sidki condensa la historia del último siglo, desde la Nakba (la catástrofe que en 1948 supuso el exilio forzoso de al menos 750.000 palestinos de sus tierras) pasando por la II Guerra Mundial o la guerra civil libanesa", detalla la directora de la cinta.

Alcanzada por la retahíla de acontecimientos históricos que desfilaron por el siglo XX, la tragedia familiar de Sidki había permanecido hasta ahora escondida. "Ni siquiera estaba escrita. Este documental supone también un descubrimiento de esa vida marcada por el contexto político español", arguye Ramsis. Perdida toda esperanza de defender la República, Sidki tuvo que hacer frente a otro hundimiento. Su hija Dulia, nacida tres años antes del inicio de la refriega, creció en Moscú alejada de su familia. Durante más de 20 años el periodista apenas tuvo noticias de su primogénita.

"Sidki pagó así no estar de acuerdo con la posición del Partido Comunista Español respecto al colonialismo en el norte de África", desvela la documentalista. "Él era, por encima de todo, una mente libre. Hizo pública su opinión y fue castigado por ello. Le expulsaron del partido y jamás regresó a Rusia. Su hija mayor no pudo abandonar Moscú y solo volvieron a verse décadas después en Beirut, a la que llegó tras dejar Palestina en 1948 y donde vivió hasta la guerra civil. Terminó muriendo en Grecia junto a su hija pequeña", agrega Ramsis.

El documental reúne el relato de las dos hermanas en una contrarreloj contra el olvido. "Filmé material durante años. Investigué el fenómeno con una ayuda de la fundación Euroárabe en Granada y dejé congelado el proyecto durante la revolución egipcia. El año pasado recibí una llamada de la hija pequeña de Sidki. Me dijo: 'Si quieres terminar esta historia, tienes que ir a Moscú de inmediato porque mi hermana está perdiendo la memoria'", evoca la cineasta. En la capital de la extinta Unión Soviética se cerró el círculo. "Es la víctima de toda la historia. La que vivió el desarraigo y la que tiene una identidad mixta", admite Ramsis. Dulia, con 83 primaveras, ni siquiera balbucea el árabe.
Dulia, la hija mayor de Najati Sidki.

Las vicisitudes de Sidki y sus descendientes son solo un retazo de una crónica hilvanada por los más de mil árabes llegados de Argelia, Líbano, Marruecos, Arabia Saudí, Egipto o Irak que entrelazaron sus vidas al crudo destino de las dos Españas. Algunos cayeron en combate, otros desaparecieron y otros tantos regresaron a su tierra nativa. A todos les venció la desmemoria que dictaron cuatro décadas de dictadura. "Hay una anécdota acerca de esta participación árabe. En 2003 cuando un grupo de españoles partió hacia Bagdad para mostrar su solidaridad con el pueblo iraquí desconocían que había iraquíes entre quienes defendieron la república española", indica la realizadora. El filme, terminado de gestar en mitad de los fogonazos de los refugiados que llaman a las puertas de Europa, también invita a la reflexión.

"Sidki y sus camaradas árabes no vinieron como refugiados. No vinieron para solicitar asilo sino para apoyar a los europeos en su lucha contra el fascismo. Por aquel entonces las fronteras estaban abiertas para todo el mundo. No es solo un documental que trata de historia pasada sino que quiere hablar del significado de las fronteras antes y ahora y luchar contra los estereotipos que se asocian al mundo árabe. Estos rostros demuestran que hay gente que no pensaba en la religión y que trataban de hacer un mundo mejor. La solidaridad con el pueblo español también sirvió para la liberación de los árabes", concluye Ramsis.

Source: El Mundo (Spain)
http://www.elmundo.es/cultura/2016/05/02/57278d0d22601d95368b4670.html

Friday, January 8, 2016

La guerra civil de Pérez-Reverte

Una vez más, España demuestra no ser un país como los de nuestro entorno. En otros países no sería pensable un libro como el que ha escrito Arturo Pérez-Reverte sobre la guerra civil

Presentación del libro "La guerra civil contada a los jóvenes" de Arturo Pérez-Reverte. (EFE)
Juan Carlos Monedero
Arturo Pérez Reverte - Guerra Civil - Juan Carlos Monedero
Tiempo de lectura11 min
08.01.2016 – 12:03 H.

España no es un país como los de nuestro entorno. En los países de nuestro entorno no podría ser Presidente alguien que manda un sms a su tesorero encarcelado diciéndole “sé fuerte”. En los países de nuestro entorno no sería pensable un libro como el que ha escrito Arturo Pérez-Reverte sobre la guerra civil. Precisamente por estar dirigido a los jóvenes. Los jóvenes españoles, en otro país, tendrían una clara referencia de la guerra civil desde la escuela. De la misma manera que tienen claro en Alemania lo que significó el nazismo y lo estudian no solamente para no repetirlo sino que lo recuerdan para elogiar a las víctimas y colocar en su panteón de héroes a los que combatieron el totalitarismo. Igual que en Italia estudian desde niños la locura del fascismo de Mussolini o en Francia aprenden a respetar a la Resistencia que luchó contra los nazis y los colaboracionistas.

Monday, November 30, 2015

Un gran negocio llamado Franquismo

Último de los artículos publicados en el dossier del periódico Diagonal sobre el 40 aniversario de la muerte de Franco

El 21 de agosto de 1942 Franco dijo lo siguiente en un discurso en Lugo: “Nuestra Cruzada es la única lucha en la uqe lo ricos que fueron a la guerra salieron más ricos.”. Cierto es cuando comprobamos como grandes familias de este país (los Gómez-Acebo, Aguirre Gonzalo, Banús, Fierro, Oriol y Urquijo, etc.) medraron a la sombra del dictador. Pero no solo se benefició a esas familias. El propio Franco hizo su fortuna a partir del golpe de Estado contra la República. Como ha mostrado el historiador Ángel Viñas, Franco comenzó la Guerra con el sueldo congelado y la acabó con 32 millones de pesetas de la época (el equivalente actual a 388 millones de euros). Para Viñas esta fuente de riqueza podría venir por la donación de café que Gentulio Vargas (dictador brasileño) dio a Franco y éste se enriqueció personalmente en su venta.

Y es que el entramado de corrupteles y enriquecimientos del franquismo parte desde su origen. El golpe de Estado de julio de 1936 no habría sido posible sin la ayuda financiera que el baquero Juan March brindó a Franco. La compra de armamento, los negocios con nazis y fascistas, tuvieron a March como un protagonista. A cambio consiguió de Franco el monopolio bancario y financiero. La fortuna de Juan March creció durante el franquismo, con la fundación de empresas que medraron a la sombra del régimen y que aun existen. Los March siguen presentes en consejos de administración de empresas importante de España (ACS, Acerinox, Prosegur, etc.). March fundó en 1951 FECSA (Fuerzas Eléctricas de Cataluña), que se hizo con el monopolio de la producción eléctrica catalana. Sobrevivió al franquismo y fue una de las impulsoras de la central nuclear de Ascó hasta su absorción por parte de Endesa. Una empresa que reportó enormes beneficios a los March.

Junto a estos incrementos de riqueza hay que analizar como se realizaron algunas obras públicas del franquismo. Las imágenes de Franco inaugurando pantanos, pueblos reconstruidos, canales de riego o el faraónico Valle de los Caídos, tiene detras una triste historia. De una parte de concesiones de empresas adictas al régimen. De otra la utilización de mano de obra esclava de presos políticos.

Investigado por historiadores como José Luis Gutiérrez Molina, el Canal del Guadalquivir utilizó mano de obra esclava. Hasta 2000 presos políticos trabajaron en estas obras bajo el auspicio del llamado Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, utilizado para aminorar las condenas. Mano de obra expuesta a un peligro vital, sin ningún tipo de garantía y que reportó al Estado enormes beneficios. Alrededor del Canal se instalaron autenticos campos de concentración, nada envidiable a la Alemania nazi. La Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones también se benefició de esa mano de obra esclava.

Pero el monumento por excelencia que encarnó la utilización de presos políticos y que no solo benefició al Estado sino a empresas privadas, fue la construcción del Valle de los Caídos. Franco eligió el emplazamiento de Cuelgamuros para realizar una faraónica construcción donde hacer su propia tumba. La concesión de la construcción del Valle de los Caídos recayó sobre las siguientes empresas: San Román, filial de Agromán, Estudios y Construcciones Molán y Banús. Posteriormente se uniría Huarte y Cía.

Todas estas empresas utilizaron mano de obra esclava. Presos republicanos. El periodista Rafael Torres cifra en 20000 los presos republicanos que participaron en la construcción del Valle de los Caídos. Para el también periodista Fernando Olmeda en el Valle trabajaron 141 batallones de presos. Isaías Lafuente dio un paso más y cuantificó los beneficios del franquismo por la utilización de esa mano de obra: 130.000 millones de pesetas (unos 780 millones de euros). Esa mano de obra esclava fue la base del beneficio económico de las empresas. Si un trabajador les costaba 10,50, el preso político solo recibía 50 céntimos, tal como ha explicado en más de una ocasión Nicolás Sánchez-Albornoz, que estuvo preso en el Valle de los Caídos en 1947 y que huyó de España.

Los grandes empresarios de esta construcción fundaron incluso entidades bancarias posteriores como el Banco Guipuzcoano de José María Aguirre Gonzalo, uno de los fundadores de Agromán. También José Banús que se benefició de distintas concesiones del régimen en construcciones como Puerto Banús. Allí todavía sus descendientes explotan el beneficio del turismo de alto standing (entre ellos la familia real saudí).

Muchas de estas empresas siguen existiendo hoy en día. Los beneficios que consiguieron en su momento beneficiándose de mano de obra esclava sigue cotizando en el IBEX-35. Durante el franquismo se inaugura las puertas giratorias. Ministros de Franco, que por las concesiones que hacían a determinas empresas, acababan sentados en los Consejo de Administración de esas mismas empresas. Algunos de esos ministros y altos cargos franquistas consiguieron también importantes puesto en la banca española.

En 1993, el periodista Jesús Hermida entrevistaba a la plana mayor del PP. Un PP pujante que apuntaba a la Moncloa. En ese programa televisivo se sacó la conclusión que dicho partido era una derecha moderna, sin vínculos con el franquismo. Allí se sentó José María Aznar, Mariano Rajoy, Rodrigo Rato, Javier Arenas, etc. Pero a pesar de ese intento de desvinculación del franquismo, lo cierto es que muchos de esos políticos habían crecido al calor del régimen y sus familias se beneficiaron las concesiones del mismo. Ramón Rato, padre de Rodrigo Rato, había fundado con Millán Astray y Dionisio Ridriejo, Radio Nacional de España, así como propietario del Banco del Norte y el Banco Murciano. Y el propio Aznar era nieto de Manuel Aznar, uno de los periodistas de cabecera del régimen franquista y que también formó parte del Banco Urquijo.

A todo esto habría que sumar los beneficios que la propia familia del dictador tuvo y tiene. Propiedad adquiridas durante la dictadura que hoy siguen reportando beneficio, ya sea por su explotación o su venta, a los descendientes del dictador.

El franquismo no solo fue una maquinaria represiva sino también una gran empresa y un negocio que la actualidad sigue reportando beneficios.

Source: Fraternidad Universal (blog)
http://fraternidaduniversal.blogspot.com.es/2015/11/un-gran-negocio-llamado-franquismo.html

Sunday, November 29, 2015

Entrevista Ángel Viñas: Franquismo

Es el historiador más citado al hablar de cuestiones de dinero en la Guerra Civil desde que publicó sus pioneros estudios en 1979. Hace cinco años le llamó la atención un reportaje de Tiempo sobre las cuentas bancarias de Franco

Ángel Viñas
Está empeñado en desmontar los mitos que quedan sobre Franco. Su libro La otra cara del Caudillo (Crítica) descubre órdenes secretas que convertían a la persona de Franco en ley, ahonda en las querencias pronazis del dictador y escribe un relato desternillante de la situación del Ejército tras la guerra, además de hablar del dinero...

¿Qué añade a la historia saber que Franco tuvo a su disposición una fortuna de 34 millones de pesetas?

La fortuna de Franco es la manifestación de algo más profundo: que en la dictadura, digan lo que quieran todos los leguleyos franquistas que en el mundo han sido y que podrá haber, se aplicaba rígidamente el Führerprinzip, que venía a decir en lenguaje coloquial que lo que el Führer dice es ley. Que lo que Franco dice es ley.

¿Cómo lo hizo?

Eso tuvo consecuencias jurídicas. Se instrumentó durante la guerra. Franco sacó por lo menos hasta 52 decretos reservados, que no se publicaron en el Boletín Oficial del Estado.

¿Es la primera vez que sale a la luz?

Es la primera vez. Es muy curioso, porque luego sigue dictando decretos que siguen siendo secretos, pero que obligan a aquellos que tienen conocimiento de los mismos a ejecutarlos, hasta el año 1957. Franco lo aplica a temas organizativos, financieros, relaciones con el exterior, represión... y se salta tranquilamente su propio ordenamiento jurídico.

¿Y no eran ilegales?

En el ordenamiento jurídico franquista existen disposiciones como la Ley de Hacienda Pública, que es de 1911 y que, por tanto, no tiene nada que ver con la República, que no están derogadas, seguían surtiendo efecto. Pues Franco se las salta olímpicamente a través de una disposición reservada, aunque desde el punto de vista legal no se pueda decir que Franco las conculcaba. Por ejemplo, según la Ley de Hacienda Pública, los donativos, en la medida en que se hicieran al Estado, formaban parte de los caudales del Tesoro Público.

De hecho, en la posguerra hubo una Junta Liquidadora de los donativos para ingresarlos en el Tesoro, pero parece que Franco no lo hace.

Claro, la Junta liquidó solo una parte. Lo que quiero decir es que Franco conculcaba teóricamente la ley de Hacienda, pero como él era fuente del Derecho, podía hacerlo. ¿Firmó Franco algún decreto u orden reservada que le permitiera desviar fondos de la Suscripción Nacional a sus cuentas corrientes? Probablemente no, porque todo esto se hizo en el más absoluto secreto. Pero teóricamente podía hacerlo. En aquellos momentos no había una ley que regulara el estatuto personal del jefe del Estado. No hay uno, muy imperfecto, hasta 1966. Por consiguiente, había un vacío legal y Franco se aprovechaba para hacer lo que quisiera. Por eso no me atrevo a decir que Franco era un corrupto, porque desde el punto de vista del Derecho positivo no lo era. Claro que este Derecho es ilegítimo, es grotesco, es absurdo, pero es lo que tenían los nacionales.

¿Es la corrupción lo menos estudiado del franquismo?

Por supuesto, porque no hay documentación. Diré algo más en un próximo libro.

Ha recordado que Hitler corrompió su sociedad extendiendo favores.
¿Y Franco?


Es lo que hace Franco en la guerra con sus regalos de 10.000 cajetillas de tabaco a un par de generales. Yo no tengo pruebas de que las vendieran en el mercado negro, pero es obvio que no te puedes fumar 10.000 cajetillas de tabaco. Y no he encontrado albaranes (a lo mejor los hay) que indiquen que en un rasgo de generosidad el general Orgaz, que era un corrupto tremendo, distribuyera cigarrillos a sus tropas.

¿Por qué insiste en atacar lo que dicen el historiador Stanley G. Payne y Jesús Palacios?

Porque han escrito una biografía de Franco que es infame. Ellos dicen que es muy objetiva, pero es sesgadísima, franquista, que deja de lado centenares de cosas, que tergiversa, que manipula y que miente. A mí me indignó.

¿Cree que tienen éxito como para preocuparse por este tipo de biografías?

Tienen éxito. Las compra la derecha agradecida. Este libro va a ser la Biblia de la derecha en los próximos años, probablemente. Payne es un hombre conocido, catedrático eminente. Nadie dice nada de Palacios, que es un neonazi reconvertido. Me dije que era necesario darle una respuesta y reuní a un grupo de doce historiadores, que hemos publicado en un número de la revista Hispania Nova, donde le damos un repaso a Payne que se queda completamente planchado.

[Ver “Contra los benevolentes con Franco” y entrevista con Stanley G. Payne en las páginas 56-57]

¿Se le puede atribuir a Franco el mérito de la mejoría económica del Plan de Estabilización?

Nunca tuvo la menor idea. A Franco se le sacó con fórceps un plan en el que no creía, porque iba en contra de todos sus principios. Pero no había escapatoria. La única alternativa era pegar el cerrojazo a las importaciones y volver al gasógeno y cosas así. En el año 1958 eso no era de recibo. Además, ya encontré un documento de 1957 en el que Carrero Blanco, entonces ministro secretario del Consejo de Ministros, comunicaba las directrices en política económica. Era un canto a la autarquía.

¿Hay que insistir aún en estas cosas?

Sí, porque se niega. El mío es un libro que está escrito también para cierto tipo de historiadores que tratan de blanquear el franquismo, que no discuten su ilegitimidad de origen y que ensalzan la legitimidad de ejercicio. Y esto es absolutamente intolerable en la España de hoy. Pero no escribo de cosas sabidas. El führerprinzip es esencial para la dictadura y no lo había contado nadie. Aquí nos hemos parado en el modelo de Juan José Linz: que se trataba de un régimen autoritario. Eso lo dice la derecha, claro. La izquierda no, decimos que fue una dictadura pura y dura. Yo no tengo empacho en reconocer que soy de la izquierda. ¿Pero es que no puede uno ser antifranquista? Lo normal es que un historiador sea antifranquista. Lo anormal es que sea franquista.

¿Era Franco un conspirador inteligente o un oportunista?

Yo creo que fue un conspirador muy inteligente. Y que no se fiaba ni de su padre, algo muy útil en una conspiración. Y lo digo así teniendo en cuenta que nadie, ningún historiador ha localizado su correspondencia con Mola. Sabemos que existía, pero mientras no tengas eso... ¿Dónde puede estar?

¿No hay nada en el archivo personal de Franco?

No. Mola murió en un accidente de avión y Franco mandó un pelotón del Ejército a incautarse de sus papeles. Esto es sabido. Y me imagino que los destruyó. Si los conservó, los tiene la familia. Aquí aparece algo importante. Todos los papeles de Stalin están en los archivos estatales. Los papeles de Franco se los quedó la familia y habrá que esperar al acendrado espíritu patriótico de la familia de Franco... Y hay que diferenciar. Los papeles de Franco los tiene la familia. Lo que está en la Fundación Francisco Franco (y una copia en el archivo de Salamanca) son los papeles de la secretaría en la que se han deslizado algunos papeles personales.

En Salamanca no se puede acceder a documentos porque tienen el sello de “secreto”, a los que la familia Franco sí que tiene acceso. ¿Qué le parece?

Es que no lo entiendo. A mí también me han negado varios papeles.

Source: Tiempo (España)
http://www.tiempodehoy.com/entrevistas/angel-vinas2

Monday, November 16, 2015

Paul Preston, contrario a retirar calles o monumentos franquistas: "No se puede borrar a Franco de la Historia"

El hispanista inglés apuesta por incluir en la placa la explicación de quién fue y qué hizo la persona que lleva el nombre de la calle con el fin de que sirvan como "instrumentos de educación".

El hispanista inglés Paul Preston.- EUROPA PRESS
EUROPA PRESS

MADRID.- Paul Preston ha publicado Franco (Debate), una edición revisada y actualizada de la biografía del Caudillo con motivo del cuarenta aniversario de su muerte en la que el historiador retrata a un dictador del que considera que no debe "ser borrado de la Historia" a través de la eliminación de los restos de su Régimen.

Preston se ha mostrado contrario en una entrevista con Europa Press a retirar placas de calles franquistas o a derribar el Valle de los Caídos, entre otros ejemplos, asegurando que deberían ser utilizados "como instrumentos de educación". "Mi solución para las calles, en aquellas que tengan nombres de militares, no sería la de sustituir ese nombre por Nelson Mandela u otra personalidad, sino incluir debajo en la placa la explicación de qué fue lo que hizo esta persona", ha apuntado.


Respecto a los restos de Franco, considera necesario devolverlos a la familia para que le den sepultura, e insiste en la importancia de convertir el Valle de los Caídos en "un centro de educación". "Pero es complicado, porque aunque la torre y la basílica son arquitectónicamente una de las maravillas del mundo, fue hecha por obreros esclavos", ha matizado.

Considera necesario devolver los restos de Franco a la familia para que le den sepultura y convertir el Valle de los Caídos en "un centro de educación"

En esta nueva edición, Preston ha incluido dos capítulos nuevos: uno en el que analiza cómo se ha biografiado a Franco antes y después de su muerte; y otro en el que aborda su antisemitismo, que fue variando según avanzó la II Guerra Mundial.

Antisemitismo

"Él era bastante antisemita hasta el final de la II Guerra Mundial, que pasaron a mandar los americanos y se dio cuenta de que los judíos tenían mucha influencia", ha señalado el autor, tras recordar que durante el conflicto Franco pudo haber salvado la vida de varios judíos procedente de Alemania y el régimen demoró esta ayuda provocando la muerte de muchos de ellos.

En cualquier caso, el historiador ha afirmado que los nuevos datos sobre el Caudillo que han salido en los últimos 20 años desde la primera edición de su libro no le han hecho "cambiar de idea para nada" sobre lo ya escrito.

Una de ellas es el famoso encuentro en Hendaya entre Franco y Hitler, en el que Preston defiende que, si finalmente España no entró en la II Guerra Mundial, no fue por la negativa de Franco. "Hitler venía en viaje de reconocimiento y se dio cuenta de que no compensaba porque lo que ofrecía como aliado era muy poco. Se podría hasta decir que hubo un acuerdo tácito entre aliados y el eje para que España quedase neutral", ha aseverado.

Franco, "el cid del siglo XX"

A día de hoy, el autor continúa viendo al dictador como un hombre que "se creía El Cid del siglo XX" y esperaba que, como con aquella reconquista, "llegara un gran imperio". "Pero la realidad es que no tenía medios para construir ese imperio y, para hacerlo, habría necesitado la ayuda de Hitler", ha apuntado.

El autor continúa viendo al dictador como un hombre que "se creía El Cid del siglo XX"

Preguntado sobre alguna actuación positiva de Franco durante la dictadura, Preston ha asegurado que no hubo ninguna por su parte, "aunque sí pasaron cosas buenas". "Hubo sobre todo dos, la neutralidad de España en la II Guerra Mundial y el crecimiento económico de los años 60, pero no se debieron a Franco, sino a las remesas de dinero de emigrados y a la inversión de compañías extranjeras y turistas", ha destacado.

Por último, se ha mostrado a favor de obras como la de Pérez Reverte para "acercar la Guerra Civil" a los jóvenes, si bien alertando de que se trata de un "tema muy complicado que a veces requiere más de 20 años estudiarlo para luego contarlo". "Con las simplificaciones se pierde mucho de la Historia, porque no se trata de blancos y negros", ha concluido.

Source: Público (España)
http://www.publico.es/politica/paul-preston-contrario-retirar-calles.html

Friday, October 23, 2015

"La sombra de Franco se ve en las memorias divididas y en el uso político de la Historia"

Recién cumplido el cuarenta aniversario de la muerte de Francisco Franco, una obra colectiva coordinada por Julián Casanova ofrece una síntesis sobre diversos aspectos de la dictadura. Su objetivo es, según Casanova, «ofrecer una visión crítica y rigurosa del franquismo, para un público amplio, de la política, la sociedad, la economía y la cultura, a través de análisis bien escritos, claros y sencillos de los mejores especialistas»

Enrique Clemente 23 de octubre de 2015. Actualizado a las 05:00 h.

Foto: Benito Ordóñez
Catedrático de Historia Contemporánea, con destacadas obras sobre la Guerra Civil, el franquismo o el anarquismo, Julián Casanova (Valdealgorfa, Teruel, 1956) ha reclutado a prestigiosos especialistas, entre ellos Paul Preston, José Carlos Mainer, Mary Nash, Ángel Viñas o Ignacio Martínez de Pisón, para analizar desde distintos ángulos la dictadura en 40 años con Franco.

-¿Las generaciones que no lo vivieron saben lo que fue el franquismo?

-Hay un déficit de educación sobre la dictadura y el siglo XX español en general por diferentes razones. Porque se tardó muchísimo en introducir esos contenidos en las escuelas, y en secundaria no se estudia Historia Contemporánea. Porque la derecha política española, a diferencia de otras europeas que surgieron de la derrota del fascismo, nunca ha tenido una mirada libre del pasado, y porque, además, hay un uso político de la Historia, mayor que en otros países. La propaganda política y las memorias familiares, donde el relato del abuelo prevalece sobre el histórico, dificultan el conocimiento del franquismo, Pero lo malo no es que haya debates entre historiadores, sino ignorancia.

-Varios libros recientes inciden en el apoyo popular que tuvo la dictadura. ¿Qué papel jugaron ese respaldo y la represión?

-Ninguna dictadura que se mantiene tanto tiempo puede prescindir de las bases sociales. Las bases iniciales de la dictadura fueron los vencedores, los excombatientes, la gente de orden, muy ideologizada, pero con el tiempo se ampliaron. Salvo los más reprimidos, perseguidos y silenciados, los vencidos se adaptaron gradualmente al régimen y, entre la apatía y el miedo, daban un apoyo pasivo al régimen. Mucha gente cree que las dictaduras desaparecen siempre por tensiones entre los gobernantes y los gobernados, pero la mayor parte de los historiadores y los politólogos que las han estudiado han llegado al acuerdo de que es muy importante el conflicto entre los gobernantes, que es lo que desintegró el franquismo. Por supuesto, no hay ninguna dictadura que muera en la cama que no tenga un ejército unido en torno a ella. También es importante el apoyo de la Iglesia a la Cruzada, que bendice el franquismo y la represión, aunque en los últimos años hay una disidencia. Pero el día que muere Franco, el clero le da su bendición. Yo analicé todas las homilías de las diócesis ese día y el 80 % parecen salidas del 18 de julio de 1936. La mayoría son combativas, de subordinación y de incienso absoluto a la persona que habían nombrado caudillo por la gracia de Dios.

-La represión fue muy cruenta en la posguerra.

-Hubo una voluntad de exterminio, con un escenario muy favorable para llevarlo a cabo con el nazismo en el poder en Alemania. Su voluntad era de exterminio, así se lo pedían los vencedores y la Iglesia. Eso se ve en qué conmemoran las fiestas, en la simbología, en los ritos. El rito del vencedor sobre el vencido está presente hasta el final en el franquismo.

-¿Cómo definiría a Franco?

-Franco es un militar golpista, que opta por el golpe para conquistar el poder y revertir la situación republicana, liberal, revolucionaria y masónica, qué el concebía en un mismo saco, que se fascistiza, y mucho, durante la II Guerra Mundial. Un dictador contrarrevolucionario, autoritario y sanguinario. El 1 de octubre de 1975, después de los fusilamientos, denuncia que todo es fruto de la conspiración judeo-masónica. Esa vuelta a los orígenes demuestra que tenía interiorizada la cultura de la represión y del enemigo. El hilo conductor del franquismo siempre fue la represión.

-Hay historiadores que aseguran que los dos grandes aciertos de Franco fueron mantener a España fuera de la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo económico de España en los 60.

-Paul Preston y Ángel Viñas han desmontado esos mitos. Franco no entró en la guerra porque Hitler no le concedió lo que quería, no le hacía falta. Esto le permitió mantenerse, porque si no hubiera acabado en el 1945, como todos los dictadores de los países del Este. Franco se oponía al cambio de política económica que le proponían el FMI y el Banco Mundial y colocó a los tecnócratas a regañadientes.

-¿Cuál es el legado que ha dejado el franquismo?

-La sombra alargada de Franco se ve en las memorias divididas, que son un producto de la falta de educación sobre la Historia de España del siglo XX; en los usos políticos de la historia; en los símbolos que aún provocan un debate, empezando por el mayor que es el Valle de los Caídos, con el que aún no sabemos qué hacer, o en la cultura política de la derecha actual. Hay un revisionismo neofranquista muy importante, pero creo que queda más de Franco en el papel que en la sociedad civil. Hasta 1945 España siguió una trayectoria similar a la de otros países europeos. Pero en las tres décadas que van del 45 al 75, en las que las sociedades occidentales consolidan las democracias, el Estado benefactor y la sociedad civil fuerte, solo España y Portugal siguieron siendo dictaduras, lo que pesó como una losa sobre la transición y la cultura política. Dicho esto, los vicios actuales de la democracia, como la corrupción, el deterioro de la política o que los políticos no lean o no sepan inglés, no son culpa de la dictadura ni de la transición.

-¿Hizo algo bueno Franco?

-Hizo cosas muy buenas para una parte de la población. Es una tontería no decirlo. Pero el historiador no puede meterse solo en la piel de esos sectores de la población, tiene que buscar una fotografía completa, y esta dice que Franco fue un desastre para España, sin ninguna duda.

40 años con Franco. Varios autores. Coordinación de Julián Casanova. Crítica. 406 páginas. 20,90 euros

Source: La Voz de Galicia
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/fugas/2015/10/21/sombra-franco-ve-memorias-divididas-uso-politico-historia/00031445432137855575995.htm

Wednesday, September 16, 2015

El catalanismo, del éxito al éxtasis. I. La génesis de un problema social

La propagación de la quimera
por Félix Ovejero Lucas

Martín Alonso
El catalanismo, del éxito al éxtasis. I. La génesis de un problema social
Barcelona, El viejo topo, 2015
286 pp.


No llevo las cuentas, ni tampoco sé por dónde buscarlas, pero, en mi condición de frecuentador de librerías, diría que la sección política en los últimos años ha estado casi monopolizada por libros dedicados al nacionalismo catalán. Preciso el sesgo de la muestra: mi observación se basa en las librerías de mi ciudad, Barcelona. En Gerona, seguro que aún más. Para sorpresa de los nacionalistas catalanes, convencidos de que no preocupa otra cosa que sus tribulaciones, en Madrid, por lo que tengo paseado, no sucede lo mismo. Más bien sucede al revés, que en España, sencillamente, «pasan», como si con ellos no fuera la cosa. Lo entiendo, aunque se equivocan y resulta grave.

Los libros que uno encuentra en las librerías barcelonesas, incluso en las más reputadas, son, por lo general, de calidad menesterosa y tonalidad monocromática, de bandería, para azuzar a los propios más que para desmontar los argumentos ajenos. Eso sí, el género es diverso. Como en botica, podemos encontrar de todo: historia, economía, política, filología, humor, infantiles, literatura. Y están escritos por los más dispares gremios: periodistas, humoristas, historiadores, políticos profesionales. Algunos hacen, incluso, de todo a la vez: periodistas, humoristas, historiadores, novelistas. Y, para lo que es común en estos quehaceres, aparecen por todas partes, en tertulias de radio por la mañana, programas de humor por la noche, en columnas de prensa local, en la dirección de memoriales interminables y, sobre todo, en televisión. Una pequeña industria que, en su mayor parte, se sostiene con dinero público. Salvo excepciones, contadísimas, son trabajos escritos a chorro abierto, ajenos a la literatura académica, al afán de precisión, sin notas al pie y despreocupados de documentar sus afirmaciones.

En ese panorama, el libro de Alonso resulta raro. Lo es porque su autor, aunque no vive en Cataluña, no «pasa» del problema ni opina a bulto; al contrario, dispone de un conocimiento –que ya quisieran para sí muchos cronistas barceloneses– de cada uno de los inquilinos de «el manicomio catalán», por decirlo con el título de un exitoso libro de Ramón de España. También es raro porque se trata de un libro musculado argumentalmente, incluso difícil a trechos, escrito con prosa elegante, atento a literatura académica, con documentación empírica, vocación teórica y un guión de largo aliento. Tan largo que, según nos anticipa el autor, necesitará de un par de volúmenes adicionales para completarse: uno dedicado a los procesos doctrinales (incluidos los académicos) y las cajas de resonancia mediáticas del quehacer nacionalista, y el otro al meollo de la doctrina, a ese victimismo esencialista del destino robado, de una fabulosa vida subjuntiva que el trato con España abortó y que se condensa en el lamento «con lo que nosotros podríamos haber sido si no se meten en nuestro camino». Como ven, el proyecto promete.

Otra rareza es el uso de las herramientas de la filosofía, incluidas las del análisis y hasta la de la gramática. En realidad, esta es una rareza rara, una metarareza, si me permiten. Porque lo inexplicable es la indiferencia de los filósofos serios hacia el nacionalismo. Para cualquier investigador con vocación de claridad y precisión, el nacionalismo es una bicoca y, en ese sentido, resulta un enigma el desinterés de nuestros filósofos políticos. El nacionalismo levanta su mitología en un lenguaje inflado, sostenido en entidades fantasmagóricas (identidades colectivas, lenguas propias) y atribuciones imposibles (voluntad de ser, dignidad, comodidad), y tramita sus argumentos en el negociado de las falacias y las circularidades. Es el ejemplo perfecto de performatividad: crea la realidad que expresa. Lo dejaron dicho los clásicos del asunto: el nacionalismo precede y se inventa la nación en nombre de la cual habla. Al servicio de ese proyecto construye una retórica saturada de trampantojos, en la que nada es lo que parece: sin avisar, las definiciones se mudan en afirmaciones empíricas, y las afirmaciones empíricas en juicios de valor. Sin ir más lejos, y con un ejemplo que, aunque no recoge como tal el libro, está en sintonía con su proceder, sucede con la idea imprescindible del nacionalismo y del secesionismo: la nación opera unas veces como una (mala) definición (la nación es un conjunto de individuos que creen que son una nación); otras, como una descripción (ese conjunto de individuos que están por ahí y que comparten ciertos rasgos culturales); y otras, como un concepto normativo, como unidad de soberanía: unos individuos dotados de un derecho –a decidir aparte– que exige negárselo a otros. El truco del trilero consiste en pasar la bolita de un significado o de un género a otro escamoteando las premisas intermedias, en particular, una fundamental: este conjunto de individuos, que creen que comparten algo, realmente comparten algo y, por ello, tienen derecho a decidir aparte.

Pero su mayor rareza, que también es una rareza rara, es que se trata de una crítica de izquierdas. Esta metarareza es genuinamente hispánica. Las simpatías hacia un nacionalismo secesionista rico –perfectamente equiparable al de la Liga Norte con la Padania– es una anomalía española necesitada de explicación: el nacionalismo es, constitutivamente, esencialista y reaccionario, con la mirada vuelta hacia atrás, hacia un momento original que habría que recrear. El ideal de ciudadanía, germen normativo de la izquierda, resulta incompatible con una mitología nacionalista que vincula la calidad moral de los ciudadanos –y sus derechos– con su grado de proximidad a una fabulada identidad colectiva. No es una broma, porque mientras la ciudadanía, como la igualdad, no admite grados, la identidad, sí. Así las cosas, habría ciudadanos más puros que otros: vamos, que no hay ciudadanos. Nos lo anticipa sin pudor Salvador Giner en una de las perlas recogidas por Alonso: «És molt possible que d’aquí dos o tres anys sigui un bon moment pels botiflers o pels que es volen acomodar i dir: sí, catalans, però no tant».

En todo caso, conviene advertir rápidamente que no estamos ante un ensayo de filosofía política al uso, anémico empíricamente, instalado en el mundo del espíritu y las definiciones, sin historia ni detalles. Las tesis que sostienen la argumentación se apuntalan con abundante información recogida, en muchos casos, de la prensa diaria. Hay control empírico en el documentado seguimiento del proceso soberanistas. Y también hay control empírico en la comparación, en el continuo uso de paisajes de contraste, como los Balcanes, el País Vasco y, en menor grado, Israel, un proceso de construcción nacional que siempre ha cautivado al nacionalismo catalán. Esas realidades operan como una suerte de grupos de control que ayudan a reconocer pautas y singularidades del proceso catalán, que son menos de las que podríamos pensar. Y es que, a diferencia de las familias, las historias tristes de las sociedades se parecen. Alonso, que conoce bien esos procesos, acude a ellos, entre otras cosas, para mostrarnos que tampoco en la locura andamos solos y que, aquí y allá, cuando la patología se extiende, acaba por infectar incluso a las mejores mentes.

Es ahí, en la reconstrucción de cómo se ha impuesto una ficción sin anclaje cabal en la realidad, donde Alonso afina su mirada. La extensión entre las gentes del desajuste, entre lo que es y lo que se cree que es, no puede entenderse sin unos mecanismos psicológicos y sociales que el nacionalismo ha manejado con enorme inteligencia. No resulta asombroso. El nacionalismo, por definición, es ingeniería de almas, por lo dicho más arriba, porque se inventa la nación. Si eso es así en todos los casos, en el caso catalán la ingeniera social se ha desplegado con un talento excepcional. Ha forjado un mito en las condiciones más adversas, enfrentada a una realidad, demográfica y cultural, en las antípodas del mito. Quizá por eso mismo la determinación con la que se aborda la tarea ha sido tan resuelta y, desde luego, sin la menor sensibilidad liberal. Lo muestra, por ejemplo, un documento interno de 1990 que público el Periódico (28 de octubre de 1990), el que se detalla el programa. Allí, entre otras muchas tareas, se apuesta por «incidir en la formación de los periodistas para garantizar una preparación con conciencia nacional catalana; introducir gente nacionalista en todos los puestos clave de los medios de comunicación; conseguir que los medios de comunicación pública dependientes de la Generalidad sean transmisores eficaces del modelo nacional catalán; crear una agencia de noticias catalana de espíritu nacionalista; impulsar el sentimiento nacional catalán de profesores, padres y estudiantes; reorganizar el cuerpo de inspectores de forma y modo que vigilen el correcto cumplimiento de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza; vigilar de cerca la elección de este personal; incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas; y velar por la composición de los tribunales de oposición”.

Una calculada contabilidad de incentivos y penalizaciones sabiamente administrada, bien calibrada en sus modulaciones y aplicada con minuciosidad neurótica a cada rincón de la vida social, ha encauzado unas voluntades humanas que llevan mal la vida a la intemperie y que, al construir sus convicciones, operan según el principio de recalar allí donde encuentran menos resistencia. Un apartado especial de la operación, fundamental para su éxito, resultó el dedicado a conquistar, con halagos y regalías, la complicidad de unos intelectuales que, con escasas manías y en menos tiempo que el que se tarda en contarlo, transitaron desde la retórica de la emancipación social a la de la liberación nacional. Por supuesto, una operación de esa magnitud requería olvidarse de elementales principios liberales en el trato con unas instituciones que el nacionalismo patrimonializará sin rubor y de la mirada limpia de una realidad social y cultural en lo esencial idéntica a la del conjunto de España, esto es, del bien y de la verdad. Pero eso, a qué engañarse, no era un tributo excesivo para un gremio que nunca se ha tomado en serio y de cuya fragilidad moral hay sobradas pruebas, entre otras razones, por la que recuerda Upton Sinclair, en una cita recogida por Alonso: «Resulta sumamente difícil conseguir que una persona entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda».

Todo eso está en el libro, si bien inserto en un guión teórico que a veces se impone al relato de los acontecimientos y ralentiza el curso de la exposición. Se entiende. Porque Alonso, aunque se esfuerza por documentar cada una de sus afirmaciones, no es periodista ni historiador, sino un filósofo, y no hay filósofo serio –otra cosa son los que escriben «a la que salga», que decía Cervantes– que no incluya entre sus divisas la famosa recomendación de Kant: «Las intuiciones, sin conceptos, son ciegas; los conceptos, sin intuiciones, son vacíos». De modo que, para pertrecharse de herramientas conceptuales con las que vertebrar sus conjeturas, acude a una perspectiva teórica –que, con alguna precipitación, podría calificarse como constructivista–, según la cual importa menos lo que hay que la recreación de lo que hay. Su idea central la resume una cita del siempre eficaz El Roto con la que se abre el capítulo segundo: «Lo importante no es lo que pasa, sino quien define los acontecimientos».

Entre las diversas teorías disponibles, acude el autor a la tesis central del llamado Enfoque de los problemas sociales, que afirma que, en los procesos sociales en común, se produce la existencia de un «divorcio referencial», una falta de correspondencia entre los datos objetivos y las percepciones y respuestas sociales: «lo determinante para la conversión de un asunto en problema no son las supuestas condiciones objetivas (los hechos o fenómenos en sí), sino los procesos sociales de definición colectiva de esas condiciones. De manera que la objetividad no hay que buscarla en el contenido o la estructura (en la ontología, el credo), sino en el proceso, en la actividad (en la sociología, en la cocina). De otra manera: lo objetivo no está en el mundo material, sino en el mundo social».

Seguramente, en el bazar de las teorías sociales hay otras perspectivas disponibles que también podrían resultar de provecho. En todo caso, la elegida ilumina bastante bien una estrategia política sostenida en inventarios de agravios y en la que los hechos, si existen, se estiran e interpretan más allá de lo razonable: la Guerra de Sucesión de 1714 como invasión; la Guerra Civil como guerra contra Cataluña; la emigración como ejercito de ocupación; el uso de la lengua común como un acto de «minorización» del catalán; las balanzas fiscales como expolio; las sentencias judiciales como imposiciones. Y, al final, un proyecto político, el de ahora mismo, que se entiende como el arqueo final de las injurias y humillaciones acumuladas, la factura a saldar. Una anécdota incluida en el libro resume la actitud: «Cuando un periodista preguntó a un paramilitar serbio en las colinas de Sarajevo por qué disparaba sobre sus vecinos de ayer, su respuesta fue: para vengar Kosovo. “Pero eso ocurrió hace ochocientos años”, le replicó el periodista. “Ya, pero yo me he enterado ahora”».

El lema kantiano, en sus peores versiones, avecina a hegelianismos acartonados, dispuestos a forzar el relato y cuadrar a martillazos la lógica con la historia, a sazonar con noticias oportunas guiones trazados a priori. Aunque el sentido común de Alonso lo aleja de esa tentación y la cobertura empírica cumple, sobre todo, la debida función de ejemplificar y dar contenido a las tesis, en algunos pasos conviven con problemas la reflexión de vuelo y la documentación detallista, y no quede claro si se está «verificando» la teoría o, por el contrario, ahormando la historia en un soporte teórico prescindible, compatible con lo que se cuenta, pero prescindible. Quizá lo mismo, y con más eficacia y claridad, podría contarse de modo más sencillo sin perder el sentido general, analítico y crítico. Sea por la necesidad de arropar en cada momento el andamio teórico, sea por otras razones, entre las que no cabe descartar las facilidades –y riesgos– de los procesadores de textos, que permiten reaparecer una y otra vez en el texto con –e insertar las– nuevas informaciones, el caso es que, en ocasiones, hay alguna sobrecarga de informaciones y digresiones –e incluso hasta alguna repetición literal, como en las páginas 24 y 202– que no allanan la lectura del un trabajo que, por lo general, y como decía, está escrito con gracia y buen pulso. Afortunadamente, el peligro, aunque pueda complicar la lectura de algunas páginas, no afecta al cuerpo general de la exploración de un complejo proceso que, como todos los procesos reales, históricos, no se deja capturar en una única teoría científica.

Sea como fuere, ordenados los acontecimientos uno detrás de otro, cuando se observa el cambio radical de opinión en el plazo de pocos años, y hasta en meses, no sólo de políticos y comentaristas, sino también de académicos que no deben tributos a la turbulencia de los días, incluso los simples testigos –como este reseñista– del proceso no podemos por menos de experimentar perplejidad y preguntarnos cómo ha sido posible que hayamos llegado a donde estamos. Sobre todo cuando se comprueba que no había agravio ninguno, que el modelo de financiación que el nacionalismo presentó un día como una conquista, al poco tiempo lo describía como un expolio. O que, según los estudios serios de estos asuntos, España es uno de los países más descentralizados de mundo, y, seguramente, el único donde la lengua minoritaria mantiene el monopolio en el sistema educativo y los calificados –por políticos profesionales con mando en plaza, no por trastornados en las redes sociales– como opresores y hasta invasores permanecen excluidos de la riqueza y del poder político. Y esos, «los colonos», son los más pobres, y son mayoría. Intelectualmente, la sensación es de aturdimiento, incluso de una fascinación atónita, hasta hipnótica, ante el vértigo de las vicisitudes.

Pero, si se trata de decantar emociones, al final se imponen la inquietud y la desazón al ver cómo la sinrazón, esa que contaban los libros de historia en sus peores páginas, puede llegar a prender tan cerca y tan rápido, y en las condiciones menos propicias: una sociedad rica, hasta opulenta, con una presencia pública sobredimensionada de la identidad cultural supuestamente ignorada, hasta llegar a distorsionar cómo son las cosas, quiénes son los verdaderamente excluidos de la vida institucional. Y el desánimo se ahonda ante lo más grave, lo que más inquieta a Alonso, que la patraña del trato injusto, el relato alienado, lo han dado como bueno, como si fuera la vida verdadera, quienes estaban naturalmente destinados a combatir el nacionalismo: la izquierda.

Ese es el reto que afronta Alonso en su libro: dar cuenta de las condiciones de posibilidad de ese proceso de enajenación. Porque, aunque no hay nacionalismo sin ficciones, en el caso del nacionalismo catalán resultaba superlativa la distancia entre lo que es y lo que se ha contado. Si se piensa bien, lo asombroso, lo necesitado de explicación es que esté costando tanto reconocer algo tan evidente, la naturaleza fantástica del relato. Abordar esa rara rareza, la dificultad de tantos para mirar al nacionalismo de frente, empírica y normativamente, queda para los siguientes volúmenes.

Félix Ovejero es profesor de Ética y Economía en la Universidad de Barcelona. Sus últimos libros son Proceso abierto. El socialismo después del socialismo (Barcelona, Tusquets, 2005), Contra Cromagnon. Nacionalismo, ciudadanía, democracia (Mataró, Montesinos, 2006), Incluso un pueblo de demonios. Democracia, liberalismo, republicanismo (Buenos Aires/Madrid, Katz, 2008), La trama estéril. Izquierda y nacionalismo (Mataró, Montesinos, 2011), ¿Idiotas o ciudadanos? El 15-M y la teoría de la democracia (Barcelona, Montesinos, 2013) y El compromiso del creador. Ética de la estética (Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2014).

Source: Revista de Libros/Blog de Gaiska
http://www.revistadelibros.com/resenas/la-propagacion-de-la-quimera
https://gaizkafernandez.wordpress.com/2015/04/08/felix-ovejero-resena-el-ultimo-libro-de-martin-alonso-el-catalanismo-del-exito-al-extasis-i-la-genesis-de-un-problema-social/

Tuesday, September 15, 2015

El catalanismo, del éxito al éxtasis. II La intelectualidad del “proceso”

Novedad editorial: “El catalanismo, del éxito al éxtasis. II La intelectualidad del “proceso””

imagen_libro.phpEl Viejo Topo acaba de editar el segundo libro de Martín Alonso dedicado a la historia reciente del nacionalismo catalán: El catalanismo, del éxito al éxtasis. II La intelectualidad del “proceso”

No se lo pierdan y tampoco esta interesante entrevista al autor.

Source: Blog de Gaiska
https://gaizkafernandez.wordpress.com/2015/09/15/novedad-editorial-el-catalanismo-del-exito-al-extasis-ii-la-intelectualidad-del-proceso/

Tuesday, September 8, 2015

Los nazis querían otorgar la independencia a Euskadi

Plato alemán con una escena de cesta punta
Los rasgos arios de los vascos encandilaron a los jerarcas de Hitler, que pretendían crear una Europa racialmente pura articulada en etnias y no en estados

Anje Ribera

15 julio 2015 10:11

Euskadi fascinaba a los nazis. La obsesión por la pureza de la raza que caracterizó al régimen de Adolf Hitler depositó su mirada en los vascos, a su entender uno de los pueblos europeos menos contaminados gracias a su aislamiento. El Tercer Reich consideraba que nuestra tierra podría constituir uno de los pilares sobre los que sustentar su sueño de generar una nueva organización territorial para el Viejo Continente, en la que también estarían incluidas otras etnias como la catalana, la bretona, la escocesa, la valona, la flamenca, la gallega o la irlandesa, según recogen diferentes documentos que estaban en poder de los aliados y que, tras ser desclasificados, son ya analizados por historiadores.

Sobre todo, eran el idioma y la cultura del País Vasco los factores que atraían a la jerarquía nazi, que trató de desarrollar un proyecto diseñado en los laboratorios del Instituto Geopolítico Alemán y que preveía la independencia de Euskadi una vez que las tropas germanas dominaran todo el territorio europeo. Los estrategas nazis elucubraron sobre la estructura del continente bastante antes de que las botas de la Wehrmacht consiguieran dejar su huella en todos los países que lo integraban.

Euskadi era para Berlín un espejo en el que mirarse. Hasta recogió la vieja reivindicación nacionalista para que el nuevo mapa contemplara, asimismo, territorios que consideraba perdidos a lo largo de la historia. Se refería a comarcas que se encontraban bajo administración francesa, con las que se erigiría una nueva nación para los vascos y, al mismo tiempo, no sólo rompería la integridad del Estado galo, sino que también crearía una cuña entre los gobiernos de París y Madrid.
Soldados nazis en San Sebastián

Soldados nazis en San Sebastián
Según testimonios documentales, los estrategas nazis llegaron a realizar numerosos pasos para llevar a cabo su plan. Fueron maniobras oscuras que se desarrollaron en 1940 y 1941, una vez finalizada la Guerra Civil española, pero con la contienda mundial aún en curso, pese a que la maquinaria bélica francesa ya había sido eliminada con la misma facilidad con la que se tumba un castillo de naipes.

Ello impulsó a los nazis a cargarse de euforia con respecto al proyecto. Para ello tomaron contacto con vascos exiliados en territorio galo. Los agentes del Tercer Reich buscaban un apoyo moral entre la oposición a Franco de todas las tendencias, aunque finalmente centraron su interés en gentes cercanas al PNV y propicia a escuchar los cantos alemanes, una verdad que a menudo ha ofendido a los jeltzales. Defienden los actuales rectores del partido creado por Sabino Arana que, si se negoció con Alemania, fue para obtener información que pudiera ayudar a los aliados.

Ese nuevo País Vasco independiente hubiera funcionado bajo la tutela alemana, aunque con la dirección de unos políticos obnubilados por las glorias momentáneas del Ejército nazi y que vieron en este proyecto la solución anhelada de, por fin, liberarse del yugo español reforzado con el triunfo de Franco. No importaba que la independencia llegara de la mano de otro totalitarismo.

Los políticos nacionalistas que se unieron a la iniciativa germánica consideraban que había que obtener la libertad nacional fuera como fuera y viniera de donde viniera. Confiaban en que los alemanes, más adelante, se adaptarían a la manera de ser y querer del pueblo vasco.

El ideólogo

El interés del régimen de Berlín por los vascos surgió inicialmente en la mente de Werner Best, más adelante responsable de la llamada 'solución final' para acabar con los judíos. Este oficial de las SS estimaba que los estados no pasaban de ser creaciones artificiales carentes de fuerza. Contra ello, defendía la condición natural de las etnias, únicos elementos capaces de constituir una Europa sana en la que las fronteras serían sustituidas por la pureza racial.

Para él, el ejemplo vasco era de tal entidad que encargó la confección de un informe de la situación cultural y política en el territorio. La conclusión del estudio fue clara: la vasca era una sociedad de total fiabilidad y, por tanto, susceptible de formar parte de la hipotética Europa ideal del argumentario nazi.

Best incluso envió a Euskadi al realizador Herbert Brieger para que filmara un documental etnográfico que tuviera como protagonistas a nuestros antepasados. El producto que surgió de aquel viaje se tituló 'Im lande der Basken' (En la tierra de los vascos), que hoy finalmente se puede ver después de pasar medio siglo en paradero desconocido.

La voz en off afirma: "¿De dónde viene esta gente? Nadie lo sabe. Puede que provengan de los constructores de la Torre de Babel, de los fenicios, de los habitantes del mar Atlántico, de los fineses o los mongoles... Sin embargo, la teoría más extendida es que son descendientes de los íberos". Doce minutos entrañables en los que no se muestran ciudades, sino mucho campo, remarcando el carácter rural de nuestra tierra. Eran también abundantes los lauburus, entonces muy parecidos a las esvásticas.

In Landen der Basken from R.C. on Vimeo.

Las imágenes de la Vasconia idílica encandilaron a los jerarcas del Tercer Reich. De inmediato, Ulrich Friedrich Wilhelm Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores de la Alemania nazi, otorgó poderes a Best y a Karl Bouda, otro experto en asuntos raciales, para estudiar la viabilidad de ampararse en criterios de diferenciación racial y conseguir que los vascos pudieran separarse tanto de Francia como de España.

El Gobierno vasco en el exilio, pese a haber mostrado en repetidas ocasiones su rotunda inclinación por el bando aliado "porque no se podía permitir que aquellos que habían bombardeado Gernika dominaran el continente", abrió pronto sus oídos a la idea. El entonces lehendakari, José Antonio Aguirre, autorizó a destacados dirigentes del PNV para que sondearan el escenario a través de contactos con los alemanes.

Es más, la dirección jeltzale hizo llegar a Berlín un documento que transmitía a los aliados del régimen de Franco que "a Alemania le interesa la pacificación de España y no puede escapar a su recto sentido que no hay pacificación posible sin una solución favorable a los vascos. Nacionalistas vascos, se entiende".
El PNV de 1941 llegó a señalar que creía en "el talento político y en el alto espíritu de comprensión" del Führer para que "el problema vasco sea tenido en cuenta"
El Euzkadi buru batzar de la época, que ya antes había insinuado al mando aliado sus ansias independentistas, señaló en un informe de 1941 que creía en "el talento político del Führer, en su sagacidad, en su alto espíritu de comprensión" para que "en el nuevo orden a establecer en Europa, y particularmente en España, el problema vasco sea tenido en cuenta". Incluso los jeltzales llegaron a redactar un proyecto de estatuto para unificar la región de la Vasconia insertada en la Europa nazi, gracias a un estatus especial bajo el paraguas protector de los que se suponía serían los nuevos dueños de Europa.

También el sindicato jeltzale ELA-STV se posicionó al señalar que el régimen de Hitler era "un totalitarismo culto, frente al soviético", que calificó de "grosero y criminal. Euskadi y Alemania están condenadas a entenderse", añadió.

Las loas de Aguirre

El propio Aguirre, que gracias a un pasaporte falso realizó un viaje por Alemania en su ruta hacia el exilio en Sudamérica, se mostró cercano al régimen de Berlín. Algunas fuentes dicen que, sin éxito, allí intentó ser recibido por el almirante Wilhelm Canaris y por el propio Von Ribbentrop.

En su diario, conservado en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos desde 1954, el primer lehendakari vasco escribía por aquella época la frase "cómo se equivocan los que juzgan la obra de Hitler". Mostraba su simpatía hacia el régimen nacionalsocialista con descripciones de su estancia en la capital teutona. "He visto pasar al ministro de Exteriores japonés Matsuoka, precedido y seguido de gran acompañamiento. Iba con él el general Oshima".

"He llegado hasta la cancillería, donde un numeroso público esperaba la salida de Hitler y del ministro japonés después de su entrevista. Ha durado dos horas y media. He esperado, firme en pie, con intenso frío, el momento. Salen al fin Hitler, Van Ribbentrop y Oshima. Yo estaba a 50 metros. Tenía en mi mano unas banderolas nazis y japonesas que nos han repartido gentilmente unos miembros de las SS. He disfrutado mucho".

José Antonio AguirrePrimer lehendakari
de la historia, desde 1936 hasta 1960
"Cómo se equivocan los que juzgan
la obra de Hitler"
La benevolencia de Aguirre hacia ciertas actuaciones del Tercer Reich quedó también reflejada en otros escritos. "Se podrá no compartir sus ideas, pero se comprende bien que ciertos procedimientos de gobierno sean necesarios en algunos países tumultuarios".

Sin embargo, aquellas reuniones nunca llegaron a plasmarse en un acuerdo, porque la cúpula del PNV finalmente las desautorizó cuando comenzaron a conocerse en el bando aliado y en el régimen que surgió de la Guerra Civil española.

Muchos años después, cuando al PNV se le criticó su estrategia, algunos de sus dirigentes reconocieron el error, pero lo justificaron porque "había que jugar a ganador alguna vez" y porque "existía cierta esperanza de que los nazis nos apoyaran frente a Franco".

Además, la apuesta por los nazis hubiera resultado perdedora. La condición indispensable para que el plan fructificara era que los alemanes se impusieran en la guerra, pero esa premisa fue, precisamente, la que al final falló.

Para los interesados en profundizar en la historia que se ha tratado de desarrollar más atrás cabe recomendar el documental 'Una esvástica sobre el Bidasoa', que toca tangencialmente el plan nazi para el País Vasco. Fue dirigido por Alfonso Andrés y Javier Barajas en 2013, con la coproducción de Televisión Española.

Source: El Diario Vasco (España)
http://www.diariovasco.com/sociedad/201507/15/nazis-querian-otorgar-independencia-20150715094856.html

Sunday, August 30, 2015

"La amnesia de los cómplices", el nuevo libro de Gerardo Iglesias sobre los maquis

La novela de Semiónov.
HOJA DE LATA
El título del antiguo dirigente político destaca entre las novedades que las editoriales asturianas anuncian para la temporada que comienza
29.08.2015 | 04:47

Oviedo, Daniel LUMBRERAS El otoño literario asturiano viene cargado de toda clase de novedades, desde la intriga hasta la poesía y la historia. Gerardo Iglesias sigue con su fecundo retiro de la política y anuncia para septiembre "La amnesia de los cómplices". Será un libro muy reivindicativo, editado por KRK con el expresivo subtítulo: "150 historias que claman contra la impunidad del franquismo". Iglesias vuelve, esta vez en forma de biografías, sobre las historias de los maquis asturianos, a los que ya dedicó su primer libro, "Por qué estorba la memoria" (2011).

La novela negra, de buena acogida entre el público, también se abre paso entre las novedades. Hoja de Lata traduce "Diecisiete instantes de una primavera" (1969), del escritor ya fallecido Yulián Semiónov, maestro del género policiaco en la antigua URSS y visitante de la primera "Semana negra" de Gijón. Versa sobre el "007 soviético", un agente encargado de evitar que la Alemania nazi pacte una paz a escondidas con los aliados occidentales en los últimos diecisiete días de la Segunda Guerra Mundial. Del mismo género es "La agenda negra", nueva obra del cordobés Manuel Moyano, premio "Tigre Juan" 2001 y cuya última novela, "El Imperio de Yegorov", ganó el último premio "Celsius" de la "Semana negra".

También de asunto bélico, pero más histórica, es "Quien sombra dice" (KRK) del sotrondino Marcelino Iglesias, que trata sobre uno de los niños de la Guerra Civil en Rusia y sus descendientes. Y se adentra asimismo en la posguerra, pero en el Principado, el último premio "Asturias" de narrativa de la Fundación Dolores Medio, "Lo que sé del amor" (KRK), del ovetense Nacho Guirado, de próxima aparición . Ya ambientada en la época actual se encuentra "La vida de siempre", de Vicente García Oliva (Trabe), con la trata de blancas y sus víctimas como asunto central.

Una mezcla entre el terror y la mitología asturiana es lo que consigue la escritora de origen asturiano Covadonga González-Pola en "El hombre del vestíbulo" (Laria), cuyo título hace referencia a una tétrica leyenda de la región. Desde una perspectiva más personal, Paco Abril publicará el texto e ilustraciones de "Mitos d'Asturies" con Pintar-Pintar, que editará una versión en castellano con la traducción de Armando Miranda Iglesias.

Más cerca de la realidad, a la manera de diarios, se presentan otras de las novedades. La editorial Cambalache prepara, todavía sin título, el testimonio de un insumiso en la cárcel de Villabona hace 25 años. Igualmente en forma de entradas editará el poeta ovetense Fernando Menéndez (del colectivo y sello editorial Malasangre) "Víctimas de la espera". Se trata del relato de la temporada 2003-04, en la que el Real Oviedo descendió directamente a Tercera División, contada por un socio con 45 años de antigüedad. Menéndez revive, además de la humillación deportiva que supuso para la afición, otros aspectos, como la música y la poesía, que le interesaban entonces y la maniobra del Ayuntamiento para promover la alternativa del Oviedo ACF.

Pese a que no es un género multitudinario, varias editoriales optarán por la poesía para los meses otoñales. Lima Limón sacará "Octavillas de café", de la gijonesa Mercedes Cabestany. El también gijonés Fran Gayo publicará con Suburbia "Cadena de frío". Se podrán leer versos ilustrados en "Bolso de niebla" (Pintar-Pintar), escrito por la poeta y profesora María Rosa Serdio e ilustrado por Julio Antonio García. En asturiano, Xuan Xosé Sánchez Vicente dará a la imprenta una obra de madurez, "De les hores y les memories" (Trabe), donde canta al sosiego y al estar a gusto con la vida y con uno mismo.

El cuento queda bien representado por Ovidio Parades, que con el título "Corrientes de amor" (Trabe) lo revela todo. Sólo KRK se atreverá a imprimir teatro, un género muy poco leído, con títulos como el "Mahoma" de Voltaire. También hay cabida para libros más sesudos, a cargo de Rema y Vive. La próxima semana presentarán un tomo elaborado por la organización del Festival Peor Imposible, "El largo y patético adiós", un repaso por el ocaso del "fantaterror", un subgénero de serie B de los años ochenta. Con la firma de Antonio Rico, la misma que suscribe las críticas de televisión de LA NUEVA ESPAÑA, aparecerá un ensayo sobre las novelas y películas del villano de ficción chino Fu Manchú.

No todo es poesía y narrativa. Las casas Nobel y Pez de Plata apostarán por la no ficción. La primera publicará tres libros relacionados con la cocina: "To be Gourmet. Estilo en tu mesa: ideas y recetas", de Beatriz Rodríguez, prologado por Elena Arzak; "El estado de las gastronomías" -un peculiar recorrido histórico por las distintas culturas que han influenciado la manera de comer en España- y el recetario "Asturias, cocina de proximidad". Pez de Plata recopila en "Nimius (Poesía visual 2011-2015)" el trabajo de cinco años del fotógrafo gijonés García de Marina. Además de 120 fotos a color que giran alrededor de la vida cotidiana, figurarán textos de tres expertos: José Benito Ruiz; José Luis Argüelles, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, y Juan Carlos Gea. Trabe reedita en "Resiliencia" la serie de artículos que Ana Vega fue insertando en el desaparecido "Les Noticies Digital" a lo largo de cinco años.

Una propuesta alejada de los libros convencionales la realiza Aventuras Literarias, empresa que elabora auténticas enciclopedias visuales en las que, a través de mapas y enlaces, el lector se aventura en la letra de las novelas. Planean versionar así "La vuelta al mundo en 80 días" (Julio Verne), "Sherlock Holmes" (Arthur Conan Doyle) y "La Regenta" (de Leopoldo Alas, "Clarín").

La industria editorial de la región mantiene, a tenor de sus previsiones, el aliento en los tiempos de la recuperación y seguirá muy presente en la mesa de novedades de las librerías.

Source: La Nueva España
http://www.lne.es/sociedad-cultura/2015/08/29/amnesia-complices-nuevo-libro-gerardo/1806741.html

Thursday, August 20, 2015

Carlos Bosch: el fotógrafo que se infiltró durante tres años entre los falangistas

“El huevo de la serpiente” se expone en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

Carlos Bosch: el fotógrafo que se infiltró durante tres años entre los falangistas

El fotógrafo argentino estuvo casi tres años entre los falangistas de Fuerza Nueva, en España. Fotografió sus actos y reuniones más reservadas. Lo llevaron incluso a retratar a unos mercenarios que se entrenaron en Nüremberg.

Fotos: Carlos Bosch
Por: Pablo Waisberg

-Soy argentino y vengo porque mi padre peleó en la batalla del Ebro y ahora tiene un cáncer terminal. Se está muriendo, pobrecito, y a mí me gustaría llevarle un recuerdo. Y ahí empezaron “camarada, camarada” y me fui para atrás del colectivo que se empezó a llenar de fascistas.

Esa fue la coartada que se inventó Carlos Bosch para fotografiar el acto del primer aniversario de la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1976. Se hizo en la localidad de Paracuellos de Jarama, donde fueron fusilados unos tres mil españoles acusados de falanguistas, en noviembre de 1936. Allí retrató las formaciones militares y –acicateado por el miedo que aún le produce al resurgimiento de los grupos de extrema derecha- se convirtió en el fotógrafo de Fuerza Nueva, la revista de los falangistas.

Fotografió a sus integrantes durante casi tres años y en sus fotos están los jóvenes falangistas que se reciclaron en el Partido Popular (PP). Muchos de ellos ocuparon cargos en el estado español y tuvieron que renunciar cuando se publicaron sus imágenes juveniles, con el brazo en alto y haciendo el saludo fascista.

Apenas unos meses antes de ese acto falangista, Bosch vivía en Buenos Aires. De allí se fue porque el general Osiris Villegas, que era amigo de su padre, le dio un consejo que fue casi una orden: “En nombre de la amistad que me une a un caballero como su papá, que no es lo mismo que usted, le comunico que mejor se va”. Su último trabajo había sido como jefe de Fotografía de Noticias, el diario popular que financió Montoneros y que tenía una mesa de redacción integrada por Miguel Bonasso, Juan Gelman, Paco Urondo, Roldofo Walsh, Horacio Verbitsky, Oscar Smoje y él.

Al día siguiente del encuentro con el general Villegas, Bosch metió sus cámaras en una mochila y se fue a Madrid pero esa ciudad no le gustó y terminó en Barcelona.

Un día volvió a Madrid para hacer las fotos de una entrevista a un dirigente del Partido Comunista Español y se encontró con la convocatoria al acto en Paracuellos de Jarama, a veinte kilómetros de la capital española, y allí fue.

-¿Cómo se convirtió en el fotógrafo de Fuerza Nueva?

-Cuando llegué y bajé del micro me di cuente de lo que era. Llegaron dos colectivos más y cada uno tenía su grupo de protección, todos con bates de beisbol. Y ahí necesité protegerme y fui a ver al secretario de Prensa de Fuerza Nueva. Le dije que iba a hacer unas fotos para una agencia francesa y que no sabía a dónde la iban a distribuir ellos pero que les podía hacer copias para ellos porque ideológicamente estábamos del mismo lado. El tipo se puso muy contento porque no tenían fotógrafo y a partir de ahí me convertí en el fotógrafo de la revista. Me llevaron a todos lados durante tres años hasta que se dieron cuenta.

-Seguramente la relación fue creciendo ¿Qué pasó después de los actos?

-Un día me llevaron a una reunión y se me cayeron los huevos. Entré y estaba Giorgio Almirante (presidente del partido de ultraderecha italiano MSI) y Blas Piñar (presidente del partido español Frente Nacional) y el hijo de Mussolini. Entré y, desde la mesa donde estaban sentados, me gritaron “ahí vienen los muchachos de Videla”.

Para el segundo aniversario de la muerte de Franco se hizo un acto en la Plaza de Oriente de Madrid. Fue el 20 de noviembre de 1977. Ese día llovía mucho. Bosch se llevó una mesa y un asistente. Puso la mesa debajo de un techito, sacó un cuaderno y empezó a ofrecer fotos. Enseguida se armó una fila: sacaba la foto y anotaba en el cuaderno nombre y apellido y dirección de cada uno para mandarles las fotos. En la puta vida mandé una pero los tenía fichados a todos”, dice, se ríe y tira un poco la cabeza para atrás.

La historia del padre ex combatiente de la batalla del Ebro y muriendo de cáncer le dio mucho rédito. Al punto de que un día le regalaron un estandarte de la juventud flangista y se lo llevó a su casa de Barcelona.

La cobertura le duró desde fines de 1976 hasta principios de 1979. Trabajaba en Barcelona y se iba a hacer fotos de falangistas a Madrid. Durante ese tiempo publicaba fotos en Cambio 16, Interviú y Primera Plana y también fue co-fundador de El Periódico de Cataluña y corresponsal de El País, en Barcelona. Sus fotos aparecían en esos medios masivos y también en Fuerza Nueva. Incluso algunas veces salían las mismas fotos al mismo tiempo.

-¿Cuándo se dieron cuenta de que no era uno de ellos?

-Un día me dijeron si quería ir a ver a Karl Heinz Hoffman. Les dije que no sabía quién era y me contaron que era un tipo que estaba preparando mercenario en Nüremberg, Alemania. Y les dije que sí y me mandaron a una cita en un lugar de Francia, que es un pueblito como Santa Teresita en invierno. Llegué y había un hombre con un uniforme israelí y otro con uniforma de Ordine Nuovo (Orden Nuevo, una organización de extrema derecha italiana). Ahí me propusieron hacer un reportaje de fondo, una exclusiva mundial. Yo era un buen fotógrafo y se suponía que era de ellos.

-¿Y para qué se entrenaban?

-Era para una invasión en Laos, que finalmente se hizo y los mataron a todos. Me habían ofrecido incluso ir con ellos en el desembarco.

-¿Hizo las fotos?

-Yo dudé de esa reunión pero finalmente fui. Viajé a Nüremberg con mi mujer que habla alemán. Nos fueron a buscar el aeropuerto y nos subieron a un Mercedes Benz, donde estaba Hoffman, que era el director de una Escuela Deportiva y Cultural. Nos llevaron a unos treinta kilómetros de Nüremberg y llegamos a una casa antigua, destruida, y me dijo “esta casa fue de Hitler y la compré porque fue de él”.

En ese lugar, Hoffman tenía instalado un campo de entrenamiento. Las fotos de Bosch, que nunca fueron publicadas ni expuestas, muestran formaciones militares de combate, hombres camuflados con las caras tapas y armados con fusiles. Se los ve entrenando, agazapados, apuntando entre los árboles, en un bosque. Hay otra foto de Hoffman, de bigotes, con el torso desnudo y vestido con pantalón de fajina y borceguíes abrazando a un puma.

Llegó a Barcelona con las fotos. Era una nota que se iba a vender en todo el mundo. La mujer hizo el texto, él reveló las fotos y las empezaron a montar para la edición pero decidió que no podían publicarla. “Si sacábamos eso al otro día iba a ser una publicidad e iba a haber miles de jóvenes fascistas intentando llegar Alemania”, dijo ese día. Las fotos nunca se publicaron y los hombres de Fuerza Nueva se dieron cuenta de que los había traicionado. Bosch se fue varios meses a Cerdeña.

A principios de 1980 volvió y fue a sacar fotos a una manifestación en Barcelona. Unos falangistas habían metido una bomba en la redacción de una revista de izquierda y los socialistas habían convocado a una movilización para reclamar que sean enjuiciados. Del otro lado estaban los falangistas reclamando por la liberación de los detenidos. Bosch estaba haciendo fotos en el medio y uno gritó “ahí está el hijo de puta”, se le fueron encima y lo golpearon entre varios.

-¿Por qué de alguna manera convivió con ellos durante casi tres años?

-Tengo una obsesión. Están ahí. La internacional fascista sigue a pleno y se reúne una vez por año en Amberes, en Bélgica. No le damos bola porque estamos con otros problemas por eso me gusta sacar estos temas cada tanto para estar atentos.

-¿Están ahí?

-Todos estos son PP. La falange se quedó sin militantes porque se pasaron todos al PP.

-¿De ahí viene la obsesión?

-Viene del miedo. El peligro más fuerte de todo es el extremo de la derecha. Todo lo que proponen es negativo, es destructivo. Son el odio y eso a mí me da terror.

Source: Infojus (España)
http://www.infojusnoticias.gov.ar/nacionales/el-peligro-mas-fuerte-de-todo-es-el-extremo-de-la-derecha-6190.html

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